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Las investigaciones sobre los yacimientos paleolíticos del sur lucense que la Universidade de Santiago promueve desde el 2006 no solo están sacando a la luz numerosos rastros de las antiguas poblaciones humanas, sino también una importante cantidad de datos que ayudarán a reconstruir la historia de la evolución del medio ambiente y del influjo de los cambios climáticos en este territorio. Los yacimientos de las cuevas de Valdavara (Becerreá) y Eirós (Triacastela) son particularmente interesantes en este aspecto, ya que el terreno calizo ha preservado abundantes restos de fauna antigua cuyo análisis puede ser de gran ayuda en estos estudios.
Los primeros resultados de la investigación de los fósiles hallados en la cueva de Valdavara ya empezaron a divulgarse a través de publicaciones científicas. Entre estos restos, como ya se informó anteriormente, apareció el primer fósil conocido de salamandra rabilarga o saramaganta ( Chioglossa lusitanica ), una especie endémica del noroeste de la Península que según se cree sobrevivió en algunos enclaves de Portugal durante la última glaciación y se expandió hacia Galicia y Asturias cuando el clima se volvió más cálido. Pero en el mismo yacimiento se hallaron además fósiles de otras treinta especies de pequeño tamaño que también pueden proporcionar pistas sobre las condiciones bioclimáticas que reinaban en la montaña lucense hace miles o decenas de miles de años.
Según afirman los investigadores en un estudio publicado en la revista Trabajos de Prehistoria , entre los vestigios de microfauna de Valdavara estudiados hasta ahora hay ejemplares de trece especies de roedores, seis especies de insectívoros, siete de reptiles escamosos, cinco de anfibios y una especie de murciélago. Estos fósiles fueron hallados en varios niveles diferentes del subsuelo de la cueva, correspondientes a épocas muy distintas. El nivel más antiguo, al que los análisis radiométricos han asignado una antigüedad de en torno a 17.000 años, corresponde a la última etapa del Paleolítico Superior. A los niveles más recientes se les han asignado edades que oscilan aproximadamente entre los 3.300 y los 5.300 años, una cronología encuadrada en la llamada Prehistoria reciente.
Ambiente muy húmedoLos investigadores consideran que estos restos de fauna -tanto los del período más antiguo como los del más reciente- denotan la existencia de «un ambiente muy húmedo» y «un paisaje alternante entre praderas húmedas y bosques de tipo atlántico». Asimismo, indican que en ambos períodos hubo cursos de agua estables en los alrededores de la cueva, con riberas de suelos sueltos favorables para la presencia de especies cavadoras como el sapo partero ( Alytes ), el eslizón (C halcides ), el lución ( Anguis fragilis ) y el topo ( Talpa ).
Por otro lado, en el nivel del Paleolítico Superior se localizaron varias especies de roedores relacionadas con el clima atlántico, mientras que el nivel de la Prehistoria reciente aparecieron variedades más propias del clima mediterráneo. Los científicos piensan que esta circunstancia «sugiere un clima más fresco» en el período más antiguo. Otra diferencia entre la fauna de ambos períodos es que en el más reciente abundan más las especies relacionadas con espacios forestales, como el ratón de bosque ( Apodemous sylvaticus ), el lirón gris ( Glis glis ) y el ya mencionado lución.