• Asignatura: Informática
  • Autor: hernandezedithsofia
  • hace 5 años

un cuento de una decisión buena y una decisión mala​

Respuestas

Respuesta dada por: Anónimo
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Respuesta:No es fácil tomar decisiones (y mucho menos acertar), porque toda decisión acarrea consecuencias. Lo más tentador es dejarse llevar por los demás, a riesgo de que te ocurra como al vendedor de empanadas en este cuento…

Se ganaba la vida este hombre con su carrito de empanadas, las más deliciosas de la ciudad. Las elaboraba con dedicación, empleaba los mejores ingredientes y diseñaba carteles de publicidad que iba colgando por allá donde pasaba.

El vendedor de empanadas no leía la prensa, ni veía la televisión, pero cuidaba su humilde negocio amorosamente y con sentido común. Y su proyecto empezó a prosperar, por lo que se planteó comprar varios carros, mucho más grandes, para ampliar el volumen de ventas. ¡Estaba tan entusiasmado!

No tardó en compartir esta idea con su hijo, un economista brillante que pronto le acusó de ser un inconsciente: “Padre, ¿no sabe que estamos entrando en una gran crisis económica? Debería ser más precavido y empezar a ahorrar plata porque se vienen tiempos difíciles.” Y el vendedor pensó que su hijo, un experto en números y bien informado, tendría razón, así que empezó a reducir gastos: dejó de hacer publicidad, compró ingredientes de peor calidad, y eliminó de su oferta las empanadas con el relleno más costoso. Y las ventas comenzaron a caer… ¿Por qué nadie quería ya sus empanadas? Su reflexión fue: “Mi hijo tenía razón. Ciertamente estamos viviendo una crisis tremenda…”.

Podemos extraer varias conclusiones de este cuento (y una de ellas NO es que debemos ignorar los consejos de los hijos). Ocurre que con frecuencia topamos con factores externos que nos infunden miedo y bloquean nuestro poder de decisión. Las personas, tanto en el ámbito personal como laboral, tenemos una gran capacidad de crearnos nuestras propias crisis, ¡como si no tuviésemos suficiente con las que nos vienen impuestas!

A veces no somos conscientes de que cada paso que damos, por minúsculo que sea, tiene un impacto importante en el siguiente. Nuestras decisiones son poderosas e implican un suculento cóctel de emociones: los aciertos te proporcionarán satisfacción, y los errores, experiencia; la felicidad va ligada a los logros; la humildad, a la caída; la fortaleza, al reconocimiento del error y la rectificación. ¡Y todas ellas son esenciales para crecer!

Explicación:desion mala Cada segundo de aquel reloj de pared, golpea lapidariamente el tiempo en la sala de urgencias del Hospital Nueva Esperanza.

El olor a medicamento mezclado con desinfectante hace que la espera por noticias sea lúgubre y pesimista, azuzada por las rostros nostálgicos y taciturnos de quienes comparten el lugar.

El parlante hace diversos llamados. Los médicos seguidos de las enfermeras, corren; administrativos comentan cosas entre sí, mezcladas con expresiones de asombro y risa.

El aseador limpia calmadamente el recinto sin la más mínima de las preocupaciones. Esteban González se siente impotente, débil ante aquella frustrante situación.

Él está acostumbrado a tener el control de todo. Necesita tener informes sobre el estado de su hijo. Su único hijo. A las obras de teatro escolar no podía asistir, pues es un hombre muy ocupado. Para las celebraciones del día del padre, su ausencia era predecible, porque posee un horario muy ajustado para tales nimiedades. Tampoco existe espacio para las visitas en familia al estadio de béisbol, dado que la noche, después de su trabajo, solo es para descansar, de lo contrario sería tiempo perdido.

Sin embargo, no perdió un segundo en tratar de llegar al hospital. Los múltiples papeles y conversaciones serias fueron olvidados en su ocupada mente. Solo podía conducir apresuradamente rebasando tenazmente a cuanto automóvil tuviese de frente. Ese día jamás lo podrá olvidar.

Otra vez, ese reloj circular no se detiene. “Quizás es un segundo más o, peor, un segundo menos sin él”, piensa y no sabe; no quiere saber. Su fina corbata está arrugada y deslucida al igual que su elegante camisa de seda. Su mirada orgullosa de hombre exitoso ha sido mudada por un rostro sollozo y dolorido.

Tiene miedo mucho miedo del futuro; el hombre que no sentía temor ahora tiene todo el miedo del mundo. Lleva las manos a sus sienes, quiere ver más allá que el blanco desesperante de su alrededor. Desea mirar en los alegres recuerdos, los mil colores junto a su familia; pero no puede.

Él no estuvo allí. Siente nostalgia y culpa por no haber podido aprovechar con su familia cada segundo disponible. Recuerda el reloj y lo observa: 1,2,3,4,5… Como un ritual insensible al dolor ajeno, el aseador lleva cabo su labor. De un lado hacia otro mueve sus brazos para poder trapear correctamente, fijando siempre su atención sobre el piso húmedo. No levanta la cabeza. Es su danza personal.


Anónimo: Perdon si escribo mucho
Anónimo: Gracias
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