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Características
Los conocimientos que se tienen de la Prehistoria, etapa en la que no existía la escritura, provienen de los distintos yacimientos arqueológicos encontrados alrededor del planeta. Gracias a esos restos, los expertos han podido detallar algunas de las características de este periodo.
Cambios en las costas
Los cambios en las condiciones ambientales jugaron un papel importante en la evolución del ser humano. Un buen ejemplo fue el cambio en las costas marinas que se produjo durante el Cuaternario.
El nivel de las aguas del mar fue durante la época glaciar mucho más bajo que en la actualidad. De acuerdo a los expertos, las costas pudieron estar hasta 120 metros más alejadas de lo que están hoy en día.
Cambios en el clima
También el clima sufrió enormes variaciones durante el largo periodo que comprende la prehistoria. Algunos continentes estuvieron comunicados durante la glaciación, lo que provocó migraciones humanas y animales entre ellos.
El ser humano debió adaptarse al clima existente en cada momento y aprovechar los recursos que la naturaleza le ofrecía. Uno de los motivos de la revolución neolítica fue, precisamente, el final de la era glaciar, lo que suavizó las condiciones de vida y permitió que apareciera la agricultura.
Descubrimiento del fuego
El descubrimiento del fuego o, mejor dicho, el aprendizaje del ser humanos sobre cómo controlarlo fue uno de los acontecimientos más importantes para la especie. En un primer momento, tuvieron que conformarse con utilizar el fuego cuando se producía de manera natural, como podía ser la caída de un rayo.
Más adelante, aunque no se conoce el momento exacto, el ser humano aprendió a encenderlo, manejarlo y conservarlo.
Entre los efectos que tuvo este descubrimiento se encuentran su uso para cocinar los alimentos. Esto permitió una mejor absorción de los nutrientes y que la comida se conservara durante más tiempo. Igualmente, permitió calentar los hogares en invierno y dotar de cierta iluminación y protección a los asentimientos.
Nomadismo
Durante las primeras etapas de la prehistoria, el ser humano fue esencialmente nómada o seminómada. Los diferentes grupos tenían que desplazarse de un lugar a otro para poder buscar fuentes de alimentación, ya fueran vegetales o animales.
No fue hasta la aparición de la agricultura y la ganadería cuando comenzaron a levantar asentamientos fijos.
Creación de herramientas
El uso y la fabricación de herramientas son elementos que estuvieron presentes desde la aparición de los primeros homínidos. Los que lograron adquirir las mayores habilidades en este ámbito tuvieron grandes ventajas evolutivas. Además, la introducción de la carne en la dieta permitió que sus cerebros aumentaran en capacidad e inteligencia.
En un primer momento, las herramientas que se utilizaban eran lo que encontraban a su alrededor, como palos y, sobre todo, piedras. Más tarde, el ser humano empezó a usar los huesos de los animales para crear nuevos utensilios.
El fuego representó también un avance en este sentido. Colocando los palos afilados sobre las fogatas se conseguía endurecerlos y, por lo tanto, que fueran más resistentes.
Con el tiempo, el hombre aprendió a pulir y tallar las piedras y creó una gran variedad de herramientas y armas. Finalmente, durante la Edad de los Metales, estos se convirtieron en la materia prima principal para elaborar sus creaciones.
Caza, recolección y agricultura
Los primeros seres humanos eran recolectores y cazadores. Esto implica que su alimentación dependía de las frutas y raíces que encontraban y de los animales que podían capturar. Algunos expertos señalan que pudo existir algún tipo de intercambio de productos entre los diversos clanes, aunque no era habitual.
En la última parte de la prehistoria, a partir del Neolítico, la situación cambió de manera muy importante. La agricultura y la ganadería empezaron a convertirse en las actividades principales del hombre, lo que provocó que se levantaran los primeros asentamientos fijos.
Igualmente, el comercio comenzó a ser más frecuente. Esta circunstancia no solo fue importante económicamente, sino que también permitió que se produjeran intercambios culturales entre las diversas tribus que comerciaban entre sí.
Comercialización e intercambio de bienes
Durante este período los hombres producían bienes que intercambiaban con seres humanos de otras regiones. Esto se deduce a partir de descubrimientos de ciertos bienes, como el cobre y el estaño, en lugares donde no se producían.
Invención de la aguja
Cuando los hombres se movilizaban de un lugar a otro, específicamente de lugares más cálidos hacia lugares más fríos, se protegían del frío con pieles de los animales que cazaban.
Para que la piel se ajustara más a las necesidades de protección, una de las técnicas inventadas en este período fue el de la aguja, elaborada a partir de cuerno de ciervo o de reno.