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Respuesta:
Pearce y Turner (1995) señalan que en los años setenta empieza a percibirse los problemas de los recursos naturales y el medio ambiente a partir de cuatro posiciones:
La primera corriente está dominada por la eficiencia económica y su principal instrumento es el análisis
costo-beneficio. Esta concepción se fundamenta en el utilitarismo y en los derechos de propiedad; permite al mercado regular la explotación de los recursos. El optimismo tecnológico y las posibilidades de
sustitución, en función de los precios, dejan el campo libre a la explotación de los recursos naturales y
del ambiente. Está ausente toda consideración, tanto intra-generacional (con referencia a la distribución)
como intergeneracional, es decir, la economía ambiental (Corona, 2000).
Una corriente llamada preservacionista, centrada en la preservación integral de la biosfera: ningún aspecto constitutivo de la biosfera debe ser tocado por las actividades del hombre; salvo en caso de urgencia, el hombre no posee ningún derecho sobre los recursos naturales. Por lo contrario, los elementos no
humanos poseen derechos que el hombre debe respetar. Las consideraciones éticas se extienden así a la
naturaleza entera y valen para siempre. Este enfoque corresponde principalmente a la corriente llamada
ecología profunda.
Una tercera posición llamada conservacionista, que ve en los recursos y en los problemas del ambiente
una restricción tal para el crecimiento económico; sugiere que éste deberá detenerse de buen grado o
por la fuerza. Estos son los partidarios del crecimiento cero o del estado estacionario. Se trata de un
punto de vista antropocéntrico, distinto, por consecuencia, a la primera corriente. Igualmente se diferencia del segundo enfoque por su preocupación por mantener una base de recursos naturales. Las consideraciones éticas intergeneracionales dominan netamente a las preocupaciones intra-generacionales y
conducen a sacrificar el crecimiento presente en aras del beneficio de las generaciones futuras.
La cuarta corriente ve en los recursos, y en los problemas del medio ambiente, una severa restricción
al crecimiento económico, pero al mismo tiempo estima que es posible un compromiso, con el auxilio
de una definición adecuada de las restricciones que deberán respetarse y de un uso hábil de los instrumentos económicos de estímulo. Aquí se encuentran los más fervientes partidarios del desarrollo sustentable. Las consideraciones éticas intra-generacionales e intergeneracionales se toman en cuenta de
manera equilibrada. Propugnan no sacrificar el desarrollo actual sino cambiar sus características para
permitir un desarrollo durable (Corona, 2000:78).