Respuestas
Respuesta:
Hay una idea
que quiero expresar
en palabras sencillas.
La idea aparece en la mente
salta a la boca
explota en el aire
se muta en palabra
y viaja en concepto;
todo esto
para renacer como idea
en la mente de otro.
Pero regresando a la idea en sí.
Se trata de una idea gorda, grande
casi universal. Hay que visualizarla
para entenderla.
Imagina que la idea
es un campo vasto y abierto, sin límites
ni restricciones de ningún tipo.
En este gran espacio (ideal)
voy metiendo una por una
las cosas que existen.
Ya saben, los árboles, las casas,
las personas, nubes, edificios,
aviones, humo, arena; pero también
cosas que existen pero solo en la mente
como figuras mitológicas, números,
fórmulas, recuerdos, esperanzas;
todas estas cosas
las voy colocando
dentro del espacio de mi universal idea,
cada cosa al lado de una cosa
similar o disimilar,
cosa concreta al lado de cosa concreta,
cosa abstracta al lado de cosa abstracta,
pero también cosa concreta al lado de cosa abstracta
y viceversa:
un número encima de un gato, una emoción
en la sombra un árbol, una oración
entre el marco de una puerta,
hasta la palabra etcétera aparece dentro
de mi idea, al final de la infinita
fila de cosas amontonadas sin fin.
Esta es la idea que contiene todas las cosas
del mundo, inclusive todas las ideas del mundo.
Es decir, no solo hay cosas gordas en mi idea,
como leones gordos o lunas gordas, pero también
está la idea de la gordura dentro de mi idea.
Solo me falta meterle una última idea a mi idea.
Y es una idea idéntica a mi universal idea.
Pero tengo mis dudas de qué va a suceder
cuando meta una idea idéntica
al campo de la misma idea.
¿Se duplicará su tamaño o tendrá un efecto
exponencial? Es decir, ¿se comportará al igual
que dos espejos que se reflejan sí mismos,
produciendo un abismo infinito de reflejos?
Lo curioso es que en mi universal idea
existen todas estas preguntas sobre la(s)
repercusión(es) de introducir una idea universal
adentro de otra idea universal idéntica.
También están las respuestas a estas preguntas,
pero son tantas las respuestas que encuentro
en mi idea universal, que me es imposible
determinar cuáles son respuestas correctas y
cuáles son respuestas erróneas.
Pero sin entrar en discusiones abstrusas y
posiblemente absurdas sobre el futuro de mi idea,
quería comentarles que la idea
se ha podido acomodar en mi cabeza
como un anillo al dedo. El mundo es poca
cosa cuando lo comparo con mi gran idea.
De hecho,
cuando escribo poemas ya ni siquiera vuelvo
a ver el mundo, sino más bien me dedico a estudiar
y atravesar la idea para revelar las simetrías y paradojas