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3
Emiliano Zapata:
Fue más que un dirigente campesino consecuente con su lucha libertaria. Fue un visionario que actúo siempre de acuerdo con sus convicciones. Decidió morir luchando antes de transigir con los principios que, ya intuía, serian base del futuro desarrollo de México. Zapata no fue un triunfador en la vida; sus ideas triunfan cuando muere; como el Mió Cid sigue ganando batallas después de muerto, batallas ganadas en la lucha emancipadora del pueblo mexicano.
Zapata, comprendió la necesidad de luchar por conquistar la tierra para los suyos (los campesinos). Desprovisto de ambición personal, con un hondo apego a la tierra, fue consecuente con su clase –la de los desheredados-, por lo que cometió errores políticos y en la acción, jamás fallo en la defensa de sus principios.
El Plan de Ayala:
En el Plan se desconoce a Madero como presidente y se condena a Ambrosio Figueroa como “verdugo y tirano del pueblo de Morelos”, y se confiere la jefatura de la Revolución a Pascual Orozco, y en el caso que este la rechaza se nombrara al C. general Emiliano Zapata.
El Plan de Ayala hizo suyo el Plan de San Luís con adiciones que precisan la forma de solución del problema agrario. Por ejemplo el artículo 6, se hace constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía, entraran en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes a esas propiedades. El artículo 7 dice que: los montes y aguas se expropiaran, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos. El artículo 8 dice que: los terratenientes que directa o indirectamente se opongan al Plan se les nacionalizar sus bienes. Con el Plan de Ayala se inicia la Revolución social en México.
Fue más que un dirigente campesino consecuente con su lucha libertaria. Fue un visionario que actúo siempre de acuerdo con sus convicciones. Decidió morir luchando antes de transigir con los principios que, ya intuía, serian base del futuro desarrollo de México. Zapata no fue un triunfador en la vida; sus ideas triunfan cuando muere; como el Mió Cid sigue ganando batallas después de muerto, batallas ganadas en la lucha emancipadora del pueblo mexicano.
Zapata, comprendió la necesidad de luchar por conquistar la tierra para los suyos (los campesinos). Desprovisto de ambición personal, con un hondo apego a la tierra, fue consecuente con su clase –la de los desheredados-, por lo que cometió errores políticos y en la acción, jamás fallo en la defensa de sus principios.
El Plan de Ayala:
En el Plan se desconoce a Madero como presidente y se condena a Ambrosio Figueroa como “verdugo y tirano del pueblo de Morelos”, y se confiere la jefatura de la Revolución a Pascual Orozco, y en el caso que este la rechaza se nombrara al C. general Emiliano Zapata.
El Plan de Ayala hizo suyo el Plan de San Luís con adiciones que precisan la forma de solución del problema agrario. Por ejemplo el artículo 6, se hace constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía, entraran en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes a esas propiedades. El artículo 7 dice que: los montes y aguas se expropiaran, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos. El artículo 8 dice que: los terratenientes que directa o indirectamente se opongan al Plan se les nacionalizar sus bienes. Con el Plan de Ayala se inicia la Revolución social en México.
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