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Respuesta:
Para algunos, la regulación de los medios es un proceso positivo por cuanto pone límites a los oligopolios. Éstos ven en la regulación una vía hacia la democratización de los medios, el acceso de grupos minoritarios, y una diversidad real de visiones políticas y sociales. Para ellos, es un instrumento esencial para el desarrollo de un lenguaje y una cultura nacional.
Para otros, la regulación de los medios es algo totalmente diferente. Ellos creen que el término regulación no es más que una palabra en clave para limitar la libertad de expresión. Y su temor es que cualquier regulación mediática, especialmente viniendo del gobierno, puede llevar a un control político de su parte. Cada vez que los políticos comienzan a debatir sobre una ley de prensa, estas personas temen que su objetivo principal no es una mayor democratización, sino todo lo contrario.
En definitiva, nos movemos en un terreno delicado. Por una parte, queremos aumentar la libertad de expresión a un número cada vez mayor de personas, nivelar el paisaje de los medios informativos, y dar acceso a todo el mundo. Pero, esto último ¿plantea la posibilidad de limitar la libertad de quienes están en los medios actualmente? ¿Les priva de la oportunidad de beneficiarse de la popularidad de sus productos, y de desarrollar una fuerza económica y política que eventualmente necesitarán para defender a sus reporteros contra demandas por difamación y del gobierno?
Si prestamos atención a la regulación de los medios, la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿cuál es exactamente el problema que estamos tratando resolver?
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