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El pintor británico, Basil Hallward y su amigo Lord Henry Wotton se encontraban en el salón de la casa del primero, contemplando el retrato de un joven de asombrosa belleza. Lord Henry, le insiste al creador para que lo exponga en una galería. Pero él se niega a exponerlo. En un principio Lord Henry intenta sacarle toda la información posible sobre el joven del retrato, pero Basil Hallward no quiere darle ningún detalle. Sabe que el joven tiene que ser alguien especial para el pinto, ya que el retrato es una de sus mejores obras que ha hecho. Al final consigue saber su nombre y le explicó como se conocieron. Le contó que sucedió en una fiesta organizada por Lady Brandon. Cuando Basil Hallward cruzó la mirada con el famoso Dorian Gray, el joven del retrato, todo cambió para él en ese momento. Se puso pálido y decidió salir rápidamente de aquel lugar. Pero una joven organizadora, lo sorprendió cuando se estaba marchando y le suplicó que se quedara. Le presentó a numerosas personas de la fiesta y entre ellos a Dorian Gray. A partir de ese momento entablaron una amistad y Dorian Gray se convirtió en la musa de inspiración. Lord Henry después de oír la historia, seguía sin entender por que Dorian Gray era tan importante en la vida de su amigo, y por que no quería exponer el retrato. Basil Hallward le explicó que en ese retrato estaba su alma expuesta. Según él los pintores no deben descubrir en sus obras una parte tan importante de su personalidad y de su alma. Finalmente, Lord Henry recuerda que su tía le había hablado del famoso Dorian Gray, pero él no había llegado a conocerlo. Basil Hallward se alegró de eso, y ante la inesperada presencia de Dorian Gray en su casa, decide despedirse de su amigo sin que él pueda conocer el retrato famoso.