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En este cuento Lillo nos muestra una situación tanto graciosa como penosa. Un hombre es encarcelado injustamente ya que los encargados de dicho proceso no pudieron dejar su orgullo de lado. Baldomero nos muestra que “el guaren”, buscando ser reconocido por sus superiores, lleva a una persona detenida por un delito inventado por él mismo: tener animales inamibles en la vía publica, siendo inamibles un termino inventado por él. Cuando le dice el delito al oficial de guardia, este no puede entender la ya dicha palabra y desiste de preguntar el término para no quedar mal ante el guardia, es decir, por orgullo prefiere seguirle la corriente. Lo mismo pasa con un prefecto y con un ayudante de juez. Al final, los tres descubren que la palabra es un invento y en vez de mostrar su cara por semejante agravio, prefieren enviarle dinero (cada uno por separado) al encarcelado y que él pagué su multa. Termina el encarcelado con cuarenta mil para él. Este cuento nos muestra la dura realidad de lo que sucede en algunos países: una condena injusta, la cual no siempre es revocada a tiempo, todo por el orgullo de una que otra persona.