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Hubo al menos en la mayor parte del siglo XX dos modelos de política exterior mexicana: la revolucionaria o aquella de la era priista (de 1933 a 1988) y el nuevo modelo con su respectiva transición iniciada en 1986. El segundo modelo -de corte neoliberal, globalizado, librecambista, asentado en políticas desarrollistas de corte liberal y pro occidental en sintonía con el nuevo orden internacional- encuentra su cambio sustancial en la manera de relacionarse y acoger al régimen internacional de los derechos humanos y en el retomar su añeja tradición diplomática en el ámbito del desarme.
Con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador se esboza un nuevo modelo de política exterior, cuyo mayor cambio se centra en una mayor cooperación para el desarrollo con Centroamérica y la ortodoxia en la aplicación de los principios de política exterior. Sin duda, rompe con el estilo de hacer política exterior de los últimos 30 años. Su lema es «La mejor política exterior es la interior».
La manera de ejecutar la política exterior de México está íntimamente relacionada con los cambios de la economía internacional en los últimos 30 años, que el país entrevió en 1986 cuando ingresó al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, y culminó en 1992 con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) -rebautizado ahora como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)-, reconocido como el proceso de integración económica más exitoso en la historia del país. En la actualidad, catorce millones de empleos dependen del éxito de la ratificación del T-MEC por parte de los gobiernos. Su renegociación abarcó temas relacionados con las reglas de origen, estándares laborales, industrias textil y automotriz, solución de controversias, comercio agrícola y compras de gobierno, entre otros.
Actualmente México detenta once tratados de libre comercio que le permiten comercializar con 46 países y tener acceso a un mercado de consumo de 1500 millones de personas. El país se posiciona como una potencia regional al ser la cuarta economía del continente, la segunda economía en la región latinoamericana después de Brasil, el país con el mayor número de hispanoparlantes. Además, es considerada la decimoquinta economía del mundo, el decimotercer país exportador y el noveno importador a nivel mundial. Con 124 millones de habitantes, 2 millones de kilómetros cuadrados y 3169 kilómetros de frontera con Estados Unidos, México es el onceavo país más poblado del mundo y el decimotercero en extensión territorial. De ahí que su agenda de política exterior sea tan amplia: migración, cooperación internacional, derechos humanos, régimen multilateral de control de drogas, comercio, inversión y cambio climático, por citar algunos de temas principales de la agenda internacional.
Por ejemplo, en el marco de las negociaciones del T-MEC, quedó claro que la política exterior y la política comercial van de la mano en muchos aspectos. Prueba de ello fue la simbiosis realizada entre la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la Secretaría de Economía en las negociones de instrumentos de comercio internacional, como la renegociación del TLCAN y la modernización del Acuerdo Global Unión Europea-México.