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1
bueno es el dorado y aqui esta:
Tulio y Miguel son dos jóvenes que se dedican a robar y engañar para ganarse la vida. En un juego de dados ganan un mapa que muestra el camino hacia El Dorado, pero al verse descubierta su trampa se ven obligados a escapar. Por azares del destino, terminan encerrados en el barco del ambicioso Hernán Cortés, allí encuentran a Altivo, un inteligente caballo que les ayudará a escapar en una balsa. Pasan varios días a la deriva en el mar y, cuando creen que van a morir, finalmente llegan al Nuevo Mundo.
Siguiendo los indicios del mapa llegan a un lugar donde está una piedra enorme y creen que "Dorado" es el nombre que los nativos le dan a las piedras enormes, en medio de su discusión llega Chel, una bellísima nativa que acaba de robar un objeto de oro del templo. Los soldados que perseguían a Chel ven a Tulio y a Miguel montados en Altivo y piensan que son los dioses que, según la profecía tallada en la roca, llegarían a purificar al pueblo azteca.
En el pueblo los reciben con grandes honores, especialmente el sacerdote y el jefe, quienes compiten por "comprar" el cariño de los dioses: el primero insiste en ofrecerles sacrificios de sangre, creyendo que eso les agradará; mientras el segundo los obsequia con toda clase de objetos de oro. Los falsos dioses prefieren las ofrendas proporcionadas por el jefe y le piden un barco para poder volver a España con sus tesoros. Chel descubre la farsa y Tulio y Miguel se ven obligados a prometerle parte de la riqueza y que la llevaran con ellos, a partir de ese momento, Chel se convierte en su aliada y los guía a por el mundo azteca y sus costumbres. Uno de los pocos días que permanecen allí, juegan a Tlachtli, un juego que consiste en meter una "pelota" en un pequeño círculo a los dos lados de las paredes con los codos, piernas o la cadera (muy parecido al baloncesto actual). Tulio y Miguel ganan, pero el sacerdote les comunica que el grupo perdedor será sacrificado; de nuevo, los "dioses" se oponen y el sacerdote nota que uno de ellos está sangrando, es decir, que en realidad no son dioses.
Después de crear un monstruo que aterroriza la ciudad, el vengativo sacerdote es vencido y se encuentra, desafortunadamente, con Cortés y creyendo que éste era el verdadero dios lo conduce al camino del Dorado. Tulio, Miguel y Chel deciden ayudar a los aztecas, ideando Tulio un plan para sellar la entrada del Dorado, logrando así salvar la ciudad, aunque pierden buena parte de su fortuna. Tulio, Miguel, Chel, Altivo y Bibo se marchan, a la intemperie de la selva, en busca de nuevas aventuras
Tulio y Miguel son dos jóvenes que se dedican a robar y engañar para ganarse la vida. En un juego de dados ganan un mapa que muestra el camino hacia El Dorado, pero al verse descubierta su trampa se ven obligados a escapar. Por azares del destino, terminan encerrados en el barco del ambicioso Hernán Cortés, allí encuentran a Altivo, un inteligente caballo que les ayudará a escapar en una balsa. Pasan varios días a la deriva en el mar y, cuando creen que van a morir, finalmente llegan al Nuevo Mundo.
Siguiendo los indicios del mapa llegan a un lugar donde está una piedra enorme y creen que "Dorado" es el nombre que los nativos le dan a las piedras enormes, en medio de su discusión llega Chel, una bellísima nativa que acaba de robar un objeto de oro del templo. Los soldados que perseguían a Chel ven a Tulio y a Miguel montados en Altivo y piensan que son los dioses que, según la profecía tallada en la roca, llegarían a purificar al pueblo azteca.
En el pueblo los reciben con grandes honores, especialmente el sacerdote y el jefe, quienes compiten por "comprar" el cariño de los dioses: el primero insiste en ofrecerles sacrificios de sangre, creyendo que eso les agradará; mientras el segundo los obsequia con toda clase de objetos de oro. Los falsos dioses prefieren las ofrendas proporcionadas por el jefe y le piden un barco para poder volver a España con sus tesoros. Chel descubre la farsa y Tulio y Miguel se ven obligados a prometerle parte de la riqueza y que la llevaran con ellos, a partir de ese momento, Chel se convierte en su aliada y los guía a por el mundo azteca y sus costumbres. Uno de los pocos días que permanecen allí, juegan a Tlachtli, un juego que consiste en meter una "pelota" en un pequeño círculo a los dos lados de las paredes con los codos, piernas o la cadera (muy parecido al baloncesto actual). Tulio y Miguel ganan, pero el sacerdote les comunica que el grupo perdedor será sacrificado; de nuevo, los "dioses" se oponen y el sacerdote nota que uno de ellos está sangrando, es decir, que en realidad no son dioses.
Después de crear un monstruo que aterroriza la ciudad, el vengativo sacerdote es vencido y se encuentra, desafortunadamente, con Cortés y creyendo que éste era el verdadero dios lo conduce al camino del Dorado. Tulio, Miguel y Chel deciden ayudar a los aztecas, ideando Tulio un plan para sellar la entrada del Dorado, logrando así salvar la ciudad, aunque pierden buena parte de su fortuna. Tulio, Miguel, Chel, Altivo y Bibo se marchan, a la intemperie de la selva, en busca de nuevas aventuras
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