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Respuesta:
Luis era un niño muy presumido que siempre estaba hablando de los maravillosos inventos de su padre. Todos sus compañeros estaban hartos de que se creyera el mejor del mundo, y decidieron darle una lección.
- El próximo día que venga diciendo que su padre ha inventado algo nuevo, vamos a su casa y se lo robamos -dijo Alex, que se sentaba con Luis en clase y era el que más tenía que aguantarle.
- ¡Eso, eso! -contestaron entre risas los demás.
Al día siguiente, Luis llegó a clase presumiendo de que su padre había inventado una máquina del tiempo y que iban a viajar al futuro.
Esa misma tarde, se reunió un grupo de chicos de su clase para ir a robar la dichosa máquina del tiempo que tenía el padre de Luis en casa.
- ¿Y si la probamos antes? -dijo alguien.
- Solo vamos a llevárnosla -dijo Alex-. En unos días se la devolveremos. Solo vamos a darle una lección a Luis.
- Pero yo quiero probarla -se oyó decir a alguien.
- Y yo.
- Y yo también.
Así que a Alex no le quedó más remedio que aceptar. Se había quedado solo y, en el fondo, al él también le picaba la curiosidad de saber cómo funcionaba aquella máquina.
Cuando todos estuvieron dentro, programaron un viaje al futuro, concretamente dentro de 20 años. Cuando llegaron, lo que vieron no les gustó nada. Luis estaba solo, tirado en la calle. Era un chico pobre y asustado al que nadie hacía caso, andrajoso y miserable. Y decía: "Si todavía tuviera la máquina mi padre estaría aquí, y a mí no me considerarían un loco".
Muy apenados, los chicos fueron a ver qué sería de ellos en el futuro. Y se encontraron que estaban todos en la cárcel, acusados de robar y de estafar a la gente con viajes a por el tiempo.
Cuando regresaron, Alex les dijo a los demás:
- Creo que será mejor que dejemos esto donde está. Tal vez así no nos espere un futuro tan desastroso.
Todos dijeron que sí con la cabeza y se marcharon de allí rápidamente.
Al día siguiente, cuando Luis llegó a clase, todos le miraron con ojos muy diferentes. Era un poco plasta, pero era su compañero, al fin y al cabo. Fue Alex quien decidió ir a hablar con él.
-La máquina del tiempo Hola Luis. ¿Qué tal funciona esa máquina del tiempo que ha inventado tu padre?
- Ha decidido desmontarla -dijo Luis-. Me ha dicho que hizo un viaje ayer y que vio que su invento nos daría muchos problemas a todos.
Alex quiso explicarle a Luis lo que había pasado.
- Verás, Luis, es que nosotros… ayer….
- Ya lo sé -le interrumpió Luis-. Mi padre me llevó de viaje al pasado y al futuro antes de desmontar la máquina. Y he aprendido la lección. A partir de ahora seré menos fanfarrón.
- ¿Sabes? Nosotros también hemos aprendido algo. No sirve de nada querer dar una lección a alguien sea de la forma que sea. Lo que sirve es sentarse y hablar -respondió Alex.
- Claro que sí -contestó Alex.
Y los dos muchachos se dieron un gran abrazo en señal de su amistad.
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espero te ayude :3
Respuesta:Elisa era un niña divertida y alegre que pasaba mucho tiempo jugando en el jardín de su casa. Un día se despistó y se le hizo tarde. No se dio cuenta de que empezaba a hacer frío y se puso enferma. Su mamá decidió llevarla a casa de la abuelita para que la cuidara mientras se recuperaba.
A Elisa le encantaba ir a casa de su abuela porque siempre le contaba historias maravillosas de cuando era joven. La abuelita de Elisa era un auténtica aventurera.
Cuando Elisa y su mamá llegaron a casa de su abuela se encontraron con la puerta abierta, pero no había nadie. Encima de la mesa la abuelita había dejado una nota para la mamá de Elisa:
“Enseguida vuelvo. Si tienes que marcharte, deja a la niña tranquila en el sofá y cierra la puerta. Pero dile a la niña que no le abra la puerta a nadie, que yo abro con mis llaves”.
La madre de Elisa tenía unas cosas urgentes que hacer, así que dejó a la niña en casa de la abuelita y se marchó. Pero antes se aseguró de que Elisa había entendido que no podía abrir la puerta a nadie.
-Y, ¿si es la abuelita la que llama a la puerta? -preguntó Elisa.
-La abuelita tiene llaves, hija -respondió su mamá-. Si alguien llama y te dice que es tu abuela no te fíes y no abras. La abuela no tardará en venir.
La mamá de Elisa se marchó y la pequeña se quedó en aquella esquina
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