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La soledad.
Hay más de un millón de personas mayores que viven solas en España. Muchas lo hacen porque dan un gran valor a su independencia. La mayoría, sin embargo, porque no quieren molestar o no les gusta verse como paquetes que van de casa en casa de sus hijos o porque la convivencia con sus descendientes o la familia política de éstos no resulta fácil.
Cada uno de nosotros debe valorar de qué manera administrará la soledad de la persona mayor que nos ocupe; contando con ella, claro. Sólo tenemos que tener en cuenta una realidad: las personas mayores que viven solas están más insatisfechas y tienen peor calidad de vida que las que viven en compañía. Habrá que poner atención al desarraigo familiar, a la falta de amigos o vecinos con los que charlar, a la disminución de iniciativas...
La situación de dependencia.
Nuestra colaboración como cuidadores será tanto más efectiva cuanto más recordemos algo que a todos nos afecta: a ninguno nos gusta ser dependiente. Esto es así de claro cuando la dependencia es fortuita, así que imaginemos si se convierte en habitual. Una persona mayor que tiene problemas para caminar, ver, escuchar, comer, asearse o cualquiera otra función vital y cotidiana, puede tener la sensación de que 'da la lata'. Y esto no le viene bien a ella, pero tampoco a quien la cuida. La ración extra de mimos, nuevamente, es un buen remedio contra sensaciones extremas.
Envejecimiento social.
La Teoría de la Continuidad postula que los cambios que operan en las personas durante la vejez se producen en función de la capacidad de adaptación que cada persona tiene en ese periodo. Las variables que influyen en la satisfacción vital de los mayores provienen de la influencia genética, del estado de salud subjetivo, del estilo de vida y de la educación recibida.
Existen estudios que diferencian el aislamiento social de los sentimientos de soledad. Algunos factores de riesgo, como la enfermedad, el vivir solo, carecer de familia y el estilo cognitivo (pensamientos y percepciones sobre s situación de soledad), inciden en la aparición de este sentimiento. Existen opciones que nos oferta la red social de nuestras comunidades que pueden incidir en que la persona no se sienta sola: grupos terapéuticos con personas viudas, participación en programas promovidos por los servicios sociales y organizaciones de voluntarios: visitas domiciliarias, contactos telefónicos, etcétera.
[Si pinchamos aquí podemos ir a la página de ayuda que nos ofrece una relación enlaces de los distintos recursos que ofrecen cada Comunidad Autónoma]
El papel del mayor.
La figura tradicional de la persona mayor como transmisor de conocimientos y valores es indiscutible y su aportación en el cuidado y educación de los nietos y la atención a enfermos es un hecho. Además, existe una proporción igualmente importante de aquellos que consideran que pueden transmitir sus conocimientos profesionales a trabajadores noveles.
El problema que se puede plantear en esta época es que se impida a los mayores tomar decisiones familiares e incluso sobre temas que les afectan porque se piensa que el mayor no está capacitado para decidir. Esta situación puede ser traumática y afecta directamente a la dignidad y a la autoestima de la persona mayor.
La jubilación.
Hoy en día el término jubilación se ha convertido en sinónimo de vejez y, además, con una alta connotación negativa, ya que significa que la persona pasa a ser improductiva, innecesaria e inútil. Desde este punto de vista, esta situación puede causar diversas dificultades (económicas, sociales, físicas, psicológicas) e, incluso, generar problemas de soledad y tedio.
Explicación:
espero que te sirva
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,lovbokgbogbk
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