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Respuestas
por Ignacio Merlo
“El problema es que en Capital murieron sólo 7 personas y en la plata más de 50. Entonces, ¿quién nos va a dar bola a nosotros, los inundados de Macri?”. Quien se queja es Estela, 54 años, madre de Lucas y Alejandra, mellizos de 20. “Perdimos todo cuando el agua subió y vimos cómo los recuerdos se fueron muriendo a medida que el agua pasaba”, explica Alejandra, los ojos tristes, las manos entrelazadas, los ojos húmedos.
Marchan hacia la Legislatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en busca de respuestas. Sospechan que no serán satisfactorias. “La gente de Macri se reunió con tres vecinos del barrio y les prometió que van a ver qué pueden hacer. Y yo no necesito que vean qué pueden hacer. Necesito que hagan y que lo hagan ya”, explica desesperado Daniel, comerciante de la zona que perdió todo en la inundación. Y cuando dice todo no escatima. “Mis libros, mis recuerdos. Esto va mucho más allá del costo económico. Yo perdí una porción de mi vida y la de mis hijos”, explica desolado.
“Esto nunca pasaba. Es la primera vez que nos pasa algo así, estoy desesperada. Si caminás por Saavedra ves que adelante de cada casa están todos los recuerdos mojados, muriéndose ahí. Fotos de vecinos que ya no están, ropa, muebles. Es un cementerio de recuerdos”, cuenta llorando Mabel, que ha llegado a los 60 años hace pocos días y siente que el final de su vida será en la ruina. “No hay forma que yo recupere ni el 2 por ciento de lo que perdí. Quiero que me devuelvan mi vida y mi barrio. Yo nací en Saavedra, ¿sabés lo que es esto para mí?”, explica rabiosa.
¿Qué pasó con Saavedra?
¿Yo señor? No, señor. Así parece explicarse la magnitud con la cual la tormenta castigó a Saavedra. Nadie se responsabiliza por la culpa. El gobierno de Macri culpa a San Pedro. San Pedro a la raza humana por la destrucción incesante del ecosistema. Los vecinos se quejan por la falta de inversión en obra pública. Y entre tantas quejas y dedos índices señalando culpables, una voz habla de un monstruo: “La cosa es simple: donde había tierra, ahora hay un shopping inmenso, que vino a modificar la estructura del barrio. Y bueno, ahí tenemos las consecuencias”, se resigna Fabián, quien perdió —como todos— la mayoría de sus recuerdos cuando el agua comenzó a subir.
En mayo de 2009, el grupo IRSA —dueño, entre otros, de los shoppings Alto Palermo, Buenos Aires Design, Abasto Shopping, Alto Avellaneda, Paseo Alcorta y Patio Bullrich— inauguró su proyecto más ambicioso: Dot Baires. Tiene una superficie total de 189 mil metros cuadrados, repartidos en 4 pisos y 3 subsuelos en los cuales hay más de 190 locales de las principales marcas, desde ropa de diseño europeo hasta gimnasios con spa, desde juegos electrónicos hasta supermercados.
La llegada del DOT a Saavedra trajo mucho más que la posibilidad de hacer las compras en el shopping más grande del país: cuando las aguas suben tardan más tiempo en ser absorbidas por la tierra. Esto se explica con una simple ecuación: donde hubo tierra ahora hay cemento. Y alrededor de ese cemento, desde que la tormenta del 2 de abril comenzó, miles de litros de agua desgastando todo.
Cuando el agua comenzó a subir, los vecinos de Saavedra estaban durmiendo. Para muchos sería la última noche en un colchón seco y con las fotos de vacaciones viejas en buen estado. Para otros sería, simplemente, la última noche. Para el resto, para los de siempre, será una nueva oportunidad de jugar al juego que mejor juegan: “¿Yo señor? No, señor