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Respuesta:El Museo del Prado, con Las meninas de Velázquez. El Reina Sofía, con el Guernica de Picasso. El Louvre, con La Gioconda de Leonardo Da Vinci. La gran mayoría de las pinacotecas importantes están asociadas con su cuadro más emblemático. Una relación natural que, aunque no es indispensable, funciona como un importante reclamo a la hora de captar visitantes. Tanto es así que el Centro Pompidou de París lanzó la semana pasada una campaña para encontrar una obra icónica que se vincule con la imagen de la institución.
Es difícil medir con exactitud cuántas personas acuden a una pinacoteca exclusivamente por ver una pieza en concreto, aunque “hay cuadros que son suficientemente atractivos para captar muchas visitas que no recibiría de otra forma”, reconoce la profesora de Historia del Arte de la Universidad Complutense Violeta Izquierdo. No obstante, nadie se limita a ver solo la pintura más conocida, lo que se convierte en una herramienta para trasmitir el valor de toda la colección. “Los museos pueden usar estas obras como gancho para el resto. A menudo, los cuadros más famosos decepcionan, pero se pueden descubrir otros”, justifica la profesora y experta en la materia de la Universidad Autónoma de Madrid Olga Fernández, quien insiste en ser cuidadosos a la hora de llevar a cabo este tipo de prácticas, pues promocionar una sola obra en exceso iría en contra de la propia razón de ser del museo.
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Una idea con la que coincide la coordinadora general de desarrollo de públicos y seguridad del Museo del Prado, Virgina Garde, quien recuerda que hay que cuidar mucho los flujos para que la fama no entorpezca la calidad de la visita, como ha pasado en el Louvre. Por la sala 12 de la pinacoteca madrileña, la que acoge a Las meninas, pasan cada día alrededor de 8.000 personas. Además, la pista que explica la obra es la más reproducida de las audioguías, con una media de 3.000 escuchas mensuales. Por su parte, el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, de Jan van Eyck, fue trasladado el año pasado al centro de una habitación de mayor tamaño de la National Gallery de Londres, con el objetivo de que los visitantes disfrutaran del mismo en mejores condiciones, según informan desde la institución. Todo ello es solo una muestra de cómo la relevancia de las mismas influye hasta en la arquitectura y distribución del espacio en el que habitan.
Estas obras no son solo un catalizador de visitantes, sino que los museos las aprovechan para construir su relato, ilustra Fernández. Uno de los casos más destacados es el del Guernica, pues gran parte de la colección que alberga el Reina Sofía se articula en torno al cuadro, siempre tratando de contextualizarlo.
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