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Respuesta:El 24 de octubre de 1929, se dio el llamado Crack de la bolsa de Wall Street en Nueva York. Una cantidad inmensa de títulos que se cotizaban en baja, no encontraron compradores (aún y cuando la banca interviene comprando títulos para reducir la baja pero contrariamente la aumenta) lo que ocasiona la bancarrota de miles de inversores, quienes en su mayoría habían adquirido dichos títulos con créditos que ya no podían pagar. Todo esto desencadenó un pánico social provocando que se retirara el dinero de los bancos, a lo cual muchos de estos no fueron capaces de enfrentar dadas las grandes expansiones de créditos otorgados en los años predecesores generando el quiebre de más de 600 bancos en los EEUU.
Muchos de los accionistas pagando parte de sus deudas no llegan a remediar ni un poco la crisis y muchos industriales y comerciantes se ven seriamente afectados al desaparecer el respaldo de sus créditos basados en títulos de valor.
Este fenómeno financiero ocurrido en territorio norteamericano, inició un período de depresión económica sin precedentes a nivel mundial dada sus repercusiones dentro y fuera de sus propias fronteras, extendidas por varias décadas.
Luego de la caída de la Bolsa de Wall Sreet, la crisis en el sector industrial comienza a expandirse lentamente, descendiendo los índices de producción con una velocidad que va a depender del tipo de industria, esto en consecuencia de que el descenso de consumo o de demanda hiciera que los stocks almacenados aumentaran, haciendo incluso que muchas empresas cerraran definitivamente.
A nivel internacional los EEUU acaparaba un 44.8% de la producción mundial, viéndose severamente afectado luego de la crisis dado que el 50% de las pérdidas mundiales le eran atribuidas sólo a este país.
Este mismo descenso de la actividad industrial acarreó un incremento significativo de la desocupación o desempleo estimado para 1929 de entre 1.500.000 y 2.500.000 de personas aumentando considerablemente a medida que fueron pasando los años y la depresión se hacía más aguda, ya que para 1932 se calculan aproximadamente unos 13.000.000 de desempleados, la cual sólo consigue ubicarse a la mitad para la década de 1940 y reducirse aún más con el inicio de la II Guerra Mundial.
Dentro de la clase obrera, los que no se encontraban desempleados sufrieron una disminución de los salarios de entre un 10% y un 30 %, extendiéndose también la pobreza a los empleados profesionales, capitalistas arruinados y campesinos. Estos últimos sufrieron aún más las consecuencias de la crisis debido a la caída de los precios en los mercados agrícolas (entre 1929 y 1932 los niveles de precios agrícolas disminuyen en un 57%) resultando muchos de ellos desprovistos de sus tierras, unos para pagar sus deudas y otros por el embargo de los bancos dada la incapacidad de los agricultores de cumplir con sus obligaciones crediticias
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