• Asignatura: Francés
  • Autor: irvingvalenzuelajime
  • hace 5 años

COMO SE DISTRIBUYO EL TIMPO AYUDA PRFAVOR


revalsancheznathalie: QUE DESTRIBUYO
revalsancheznathalie: TE AYUDO SI ME DAS TODOS LOS ARGUMENTOS

Respuestas

Respuesta dada por: revalsancheznathalie
1

Respuesta:

QUE TIEMPO

Explicación:


irvingvalenzuelajime: de tarea
Respuesta dada por: joelpimedeleon21
1

Respuesta:

En 1976 Argentina tenía una deuda externa de 5,5 mil millones de dólares, una desocupación del 2 por ciento y una balanza comercial favorable de más de 420 millones de dólares. El país austral ostentaba una de las clases medias más sólidas del continente.

Pero las cosas fueron cambiando. En 1981, las grandes empresas (que eran también las principales deudoras) se vieron obligadas a cerrar sus puertas y la devaluación golpeó fuertemente el bolsillo de los argentinos.

De repente, después de la guerra de las Malvinas, cuando los militares iniciaron la retirada del camposanto en que habían convertido al país y con las primeras ruinas socioeconómicas a la vista, apareció como presidente del Banco Central un joven funcionario de 36 años quien había fungido como ex subsecretario de Interior: Domingo Felipe Cavallo.

Su primera solución mágica fue estatizar la deuda externa privada (más de 18 mil millones de pesos) y así Argentina recuperó su democracia con 35 mil millones de dólares en 1983. Ya para entonces, el aparato productivo estaba destruido.

Golpes, pero económicos.

El Gobierno de Raúl Alfonsín intentó aplicar parches al modelo, pero la falta de crédito internacional, los errores políticos en la etapa de transición democrática y la avaricia del sector financiero, hicieron que sus tres planes económicos se fueran por la borda.

Alfonsín debió abandonar el poder antes de finalizar su mandato, cuando los grupos económicos hacían lobby ante el Tesoro estadounidense y los organismos internacionales de crédito para que se le cortara la ayuda económica a Argentina.

El encargado de la gestión era, de nuevo, Domingo Felipe Cavallo, para entonces presidente de la Fundación Mediterránea, quien el 4 de agosto de 1989 hubo un corrida cambiaria tal, que hoy se le recuerda como un golpe de estado económico .

En julio de ese año asumió Menem y Cavallo fue recompensado con la Cancillería, desde donde articuló sus contactos internacionales y estudió el recetario que el FMI y las multinacionales tenían preparado para aplicar en Argentina. Vinieron entonces privatizaciones, achicamiento del Estado, desregulación de la economía, apertura de la misma, flexibilización laboral y la novedad que Cavallo patentó como el remedio a todos los males de la humanidad: convertibilidad. Esto quiere decir que un peso es igual a un dólar.

Argentina crecía macroeconómicamente, pero la constante reforma del Estado y el incremento de los precios relativos iba dejando en el camino a miles de empresas cada año. El sector financiero seguía derivando ganancias al extranjero (hasta llegar a los 120 mil millones de dólares) al igual que las empresas privatizadas (un promedio de 5 mil millones por año).

Cavallo y Menem aseguraban que el peso fuerte y la inflación negativa eran por la estabilidad y no por la recesión, que avanzaba sin pausa.

Los créditos externos seguían llegando desde el FMI, el Banco Mundial y otros organismos, con elogios a las reformas fiscales que fracasaban una a una, porque los evasores de ayer, de hoy y de siempre (los grandes grupos) seguían exentos.

Así se llegó hasta 1998, cuando Brasil devaluó y comenzó a asfixiar lo poco que quedaba de la industria Argentina.

Cavallo ya se había tomado un respiro fuera del Ministerio de Economía y se dedicó a defenderse de todos los cargos por corrupción que recibió en su guerra por el poder con Menem, pero su modelo seguía vigente.

Casi 14 millones de pobres, un desempleo del 16 por ciento, un déficit fiscal del 5,3 del PIB y una deuda externa de 155 mil millones de dólares eran los logros macroeconómicos que su gestión podía mostrar. En esos años la banca se había internacionalizado en 98 por ciento.

Cuando la gestión de Menem y una década de corrupción llegaron a su fin para recibir a otro Gobierno, las recomendaciones para que Argentina abandonara la convertibilidad y produjera una devaluación ordenada, fueron desoídas por el Presidente Fernando de la Rúa.

Desesperado y debilitado al extremo, De la Rúa llamó al padre de la Convertibilidad : Domingo Felipe Cavallo, quien llegó convertido en un pragmático con ideas nuevas.

El tiro de gracia.

Cavallo reclamó y consiguió del Congreso plenos poderes para hacer y deshacer, impuso el euro en una canasta de monedas con el dólar para respaldar la convertibilidad, impulsó dos nuevos ajustes y un blindaje. Incluso, en julio le prometió al FMI llegar al déficit cero, algo imposible incluso para Alemania y Estados Unidos.

Un mes después llamó a una reprogramación de la deuda y ahora congeló los depósitos de los ahorradores, disparó la caída de la actividad comercial en un 70 por ciento y cumplió con De la Rúa: sacó a la economía del laberinto en el que la había dejado, pegándole un tiro de gracia.

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