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Como conclusión, diremos que la tristeza es una de las emociones que tiene una fuerte función protectora para nosotros mismos y de unión con el otro. Nos permite tomarnos un tiempo para nosotros, volver a coger fuerzas y conservar nuestra energía para reintegrarnos y superar la pérdida.
Todas las emociones tienen una función adaptativa, y la tristeza también. Es decir ¡nos sirven para algo! y es necesario permitírnoslas y escuchar qué nos quieren decir. Tanto la alegría como la rabia, el asco, la ira y la sorpresa nos sirven para relacionarnos, no sólo con nuestro entorno, sino también con nosotros mismos.
La tristeza es una emoción que aparece ante la pérdida de una persona, un objeto u objetivo valioso. También puede aparecer ante una vivencia de una situación adversa por la cual nos vemos superados.
Hoy en día, en nuestra sociedad, parece que se nos impone la necesidad tener una vida basada en la felicidad. Por ejemplo, esto lo podemos ver en nuestro día a día en las redes sociales, donde se nos muestran una pequeña parte de la realidad basada en grandes viajes, fiestas, o lo que muchos podrían considerar modelos a seguir por llevar “vidas perfectas”. O libros de autoayuda que nos enseñan a cómo ser felices ahora y en todo momento.
tristeza
¡Pero la realidad es que las emociones desagradables también son necesarias!
Tanto la tristeza, como el miedo o la rabia son emociones que tienen un tono hedónico negativo. Es decir, las sentimos como aversivas, provocándonos malestar y generando en nosotros una tendencia a evitarlas, por no saber cómo gestionarlas o permitírnoslas.
Entonces… ¿Qué función tiene la tristeza en nuestras vidas?
Disminuye nuestro nivel funcional. Cuando nos sentimos tristes necesitamos aislarnos del entorno para poder permitirnos reflexionar sobre nuestra circunstancia o comportamiento. Moderar nuestro nivel de activación nos permite adoptar un estado más pausado para poder examinarnos a fondo y centrar la atención en uno mismo.
Facilita la introspección. Nos permite hacer un análisis de la situación y sacar alguna conclusión constructiva. Ser reflexivo nos brinda la oportunidad de restaurarnos y pensar qué está sucediendo.
Fomenta el apoyo social. La tristeza podemos mostrarla mediante nuestro lenguaje verbal, expresando lo que sentimos; cómo con nuestro lenguaje no verbal, través del llanto o mostrando agonía en el rostro. Esto hace que los demás quieran acercarse para cuidarnos, reforzando así los vínculos sociales.
Como conclusión, diremos que la tristeza es una de las emociones que tiene una fuerte función protectora para nosotros mismos y de unión con el otro. Nos permite tomarnos un tiempo para nosotros, volver a coger fuerzas y conservar nuestra energía para reintegrarnos y superar la pérdida.