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El efecto invernadero es necesario para la vida en la Tierra. Sin él, la temperatura media de nuestro planeta (que es de unos 14ºC) sería 30ºC más fría. El problema está en que estamos aumentando la concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero procedentes de la actividad humana a un ritmo muy peligroso.
Un aumento muy rápido
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de advertir de que la concentración media mundial de CO2 ha superado las 400 partes por millón (ppm) de 2015 y se situó en 2016 en las 403,3 ppm, como resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio de El Niño. «Desde mediados del siglo pasado la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado en unas 80 partes por millón (ppm), que es la misma fluctuación que se ha producido en la Tierra en al menos los últimos 800.000 años», explica José Manuel Moreno, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla La Mancha y ex vicepresidente del Grupo II del Panel de Expertos de Cambio Climático (IPCC).
Objetivo: no superar los 2 grados de aumento