¡Qué pesar! Tan grandes y tan torpes.
Sus alas no les sirven, tan sólo algunos, muy pocos de ellos, los más afortunados les funcionan para traer comida.
No es buena esa comida, pero ellos tienen la necesidad de estar cerca. A veces son tan torpes, que nos lastiman, pero no es su culpa, ellos son muy grandes y muy pesados. Por más que agiten sus alas no se elevan ni un poquito. En la tierra son un poco más ágiles, pero hay que ser muy cuidadosos porque su visión parece ser muy mala y a veces no nos ven y nos pisan. Su lenguaje no se logra entender. Cuando eso pasa, los gorjeos se hacen muy fuertes y creo que es ahí donde les funciona un poco sus alas. Las agitan fuerte y a veces cambian de colores. (Lina Pacheco)
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