como cerraban los empresarios negocios con países europeos hace 100 años, 50 años y en la actualidad
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La expresión “ética empresarial” tal y como se usa actualmente se remonta solo a la década de los setenta, aunque hunda sus raíces en la Antigüedad. Su historia se forja en tres vertientes interrelacionadas, cada cual con dos ramificaciones. La primera, la más extensa y más amorfa, es la ética en la faceta de los negocios, o ética empresarial. Sus dos ramas son la religiosa y la secular. La segunda vertiente es la de la ética empresarial académica, con sus ramificaciones filosófica y empírica. La tercera es la ética empresarial como una ética integrada en los negocios. Sus dos ramas son la del responsable de ética y la de la responsabilidad social corporativa. Cada aspecto ejerce influencia en los otros y se ve influido por el resto. La historia arranca en Estados Unidos pero el recorrido de la ética empresarial en cada país varía y refleja las diversas situaciones sociales, económicas y políticas de cada nación. A pesar de que la ética empresarial en muchas naciones haya alcanzado un nivel de madurez, aún se encuentra en ciernes una ética empresarial global.
La historia de la ética empresarial depende de lo que entendamos por “ética empresarial”, siendo el término empleado con distintos sentidos y variando en parte según el país. El término que actualmente se utiliza tiene su origen en Estados Unidos y su uso se extendió en los años setenta. La historia de la ética empresarial en Estados Unidos puede considerarse como la intersección entre tres corrientes entrelazadas. Cada una de estas puede dividirse a su vez en al menos dos ramas correspondientes. La primera corriente, a la que llamaré corriente de la ética en los negocios, se refiere a la larga tradición de aplicar a los negocios las normas de la ética, del mismo modo que se han aplicado a otros aspectos de la vida social y personal. Esta corriente puede dividirse además en la rama secular y la religiosa. La segunda corriente se corresponde con el desarrollo de una disciplina académica que ha recibido el nombre de ética empresarial. Esta se divide asimismo en dos ramas principales, siendo una la rama de la ética empresarial filosófica, normativa y crítica, y la otra la rama científica y social, principalmente descriptiva y empírica. La tercera corriente se corresponde con la adopción en los negocios de la ética o, al menos, de lo que esta implica. De nuevo, se subdivide en la integración de la ética en los negocios y la práctica empresarial por un lado, y el compromiso de responsabilidad social de la empresa por otro. En los años ochenta, la ética empresarial se introdujo en Europa y Japón, aunque el término no encontró una traducción sencilla y su desarrollo en cada país difería del seguido en Estados Unidos por las diferencias sociopolíticas y económicas. Más adelante se propagó de formas distintas a otras partes del mundo, en cada ocasión con un énfasis e historia locales diferentes. A escala internacional, pasó a asociarse con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, iniciado por el entonces secretario general de la ONU Kofi Annan de cara al Foro Económico Mundial celebrado el 31 de enero de 1999, que despegó oficialmente en julio de 2000 1.
De las tres corrientes, la primera, o corriente de la ética en los negocios, es la más amorfa y más ampliamente seguida. Este es el sentido que el público general, los nuevos reporteros y comentaristas, políticos y gente del mundo de los negocios tienden a dar al término. En este sentido, la ética empresarial no es nada nuevo, aunque el término como tal no se empleara para describirla antes de los años setenta. La corriente representa la creencia ampliamente extendida de que la ética se aplica a los negocios del mismo modo que se aplica al resto de los aspectos de la vida. Los escándalos de soborno, abuso de información privilegiada, publicidad engañosa y situaciones similares, las historias sobre Enron y Arthur Andersen, y el sistema Ponzi de Bernard Madoff representan lo que generalmente se considera una mala conducta en los negocios y el público general lo asocia con la ética empresarial, o más concretamente, con el fracaso de la ética en los negocios. Las reglas de la moralidad que se incumplen son aquellas que se aplican a todos los componentes de la sociedad. La sola mención de la ética empresarial suele suscitar anécdotas sobre los delitos de alguna compa- ñía o de algún hombre de negocios. Peter Drucker, conocido teórico de la gestión empresarial, fue uno de los que proclamaron la inexistencia de algo como la ética empresarial, solo existía la ética en los negocios. Veía lo que consideraba la ética empresarial (Drucker 1981) como varios intentos de justificar prácticas empresariales claramente inmorales según la norma habitual 2.Tenía razón al lanzar ataques contra dichos intentos, pero lo escribió antes de que se desarrollara la disciplina académica y sus comentarios no incluían la disciplina como realmente se creó.
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