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. Los disturbios iniciales comienzan con una serie de huelgas independientes distribuidas en la región.[1] Intervinieron organizaciones sindicales anarquistas cómo la Sociedad Obrera de Río Gallegos y FORA incitando a los obreros por medio de campañas de propaganda y un empuje a la sindicalización de los obreros, también intervienen fuerzas paramilitares reaccionarias como la Liga Patriótica bajo contacto de los estancieros. El presidente Hipólito Yrigoyen envía en enero de 1921 tropas del Ejército comandadas por el teniente coronel Héctor Benigno Varela con órdenes de "normalizar" la situación.[2]. A pesar de un suceso inicial, las negociaciones colapsan y los disturbios se transformaron en huelga general, culminando en la toma de haciendas y el regreso de la armada con órdenes de terminar con las huelgas por uso de fuerza. Entre 300 y 1.500 obreros fueron muertos o fusilados.[3][4]