• Asignatura: Derecho
  • Autor: nolazcoayeleth
  • hace 5 años

porque no son los mismos criterios para tomar decisiones en una persona responsable y una irresponsable​

Respuestas

Respuesta dada por: geraldgarcia03
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Respuesta:

Las decisiones de la persona responsable siempre serán mejores o más posibles al éxito que las de una persona irresponsable

Explicación:

Una persona irresponsable por más que se equivoque no aprende de sus errores eso hace que los cometa una y otra vez, haciendo que esta persona se meta en más problemas o deudas.

Una persona responsable puede que haya cometido errores, por eso sus decisiones son el reflejo de lo que hará de manera correcta para no volver a equivocarse.

Respuesta dada por: tri756garc
1

Respuesta:Es por nuestra conciencia de la existencia de los otros. El otro se me hace presente lo cual va constituyendo nuestra conciencia que nos convoca a responder. Como pensaba Levinas, la responsabilidad no empieza en mi subjetividad, sino en la presencia del otro que me cuestiona y exige (su sola presencia me dice que no se puede valer solo, que nos necesita, pero a su vez me devuelve la conciencia de mi ser como ser dependiente), podemos añadir que no es posible responder a esa presencia vulnerable sino es por medio del cuidado. La responsabilidad hace de la cura de sí un cuidado por los otros. El otro se presenta en su indigencia, como persona vulnerable, pobre y excluida, pero ante su presencia puedo cerrar la vista, dirigirla a otro lugar para que no me llegue su cuestionamiento. Atreverse a mirar es romper las barreras de la subjetividad, de lo que protege al yo y sus defensas, es decir, es también ser indefenso. Y desde esa mirada atenta permitir que surja el cuidado. La actitud de cuidado misma empieza en esa mirada atenta, para escuchar y aprender a escuchar superando bloqueos subjetivos (experiencias, recuerdos, creencias, etc.). El cuidado se manifiesta ahora como inquietud, el sujeto se siente preocupado por la respuesta. Así abre la puerta a la compasión y a la prudencia. A veces tendrá que pensar sobre lo que debe hacer, otras veces tendrá la prioridad la compasión como respuesta sensible. En síntesis, la responsabilidad no puede ser solo formal, sino que debe manifestarse como sentimiento de responsabilidad.

Sin embargo, hablamos de los otros, por lo que su existencia (que también me incluye, pues soy otro para alguien más) ya presupone una ontología desde donde podemos ser responsables. Ese “desde dónde” puede darse de dos modos:

a) La modernidad cartesiana no solo nos ha diferenciado, sino también separado ontológicamente entre una persona y otra, entre hombres y naturaleza. Y desde ahí la responsabilidad presupone coerción (interior o exterior), ese es el significado que subyace a la “obligación”, pues quien se siente obligado se siente coaccionado a dar una respuesta. Este sentido subyace a la responsabilidad moral, legal, y está detrás de nuestras formas modernas de sentirnos responsables. Presuponemos culturalmente que estamos separados y desde ahí la responsabilidad es el deber que tenemos por otros distintos a mi propio ser. Y mientras más se afirme esa separación, más nos costará ser responsables. Quizá eso explique por qué al hombre moderno le resulta difícil ser responsable, aunque exige ser libre, lo cual no es otra cosa que afirmar más la separatividad.

del reconocimiento de nuestra condición de seres interrelacionados e interdependientes, lo cual no excluye las diferencias, pero no afirma la separatividad ontológica. Mientras que en la ontología cartesiana la responsabilidad surge como coerción, desde la interrelación (o por ella) surge la empatía, fuente de una responsabilidad diferente, manifestada como benevolencia (promover el bien del otro) o como compasión (acción positiva que surge al darme cuenta del sufrimiento del otro). Si nos percibimos y sentimos ligados, eso mismo ya expresa un significado distinto de “obligación”, pues recordemos que el término latino ob es “a causa de”, “debido a”, por lo que “obligación” significaría que “a causa de estar ligado, de estar relacionado, unido”, entonces actuamos. La empatía misma ya nos revela ese lazo vital que tenemos con los otros. Y respondemos porque previamente nos sentimos ligados. Y este es un significado muy diferente a la moral moderna que tiene presupuestos cartesianos.

El poder que ha adquirido el ser humano, especialmente en nuestra época, hace necesario pensarlo en términos de responsabilidad. El poder del conocimiento tecnocientífico, el poder del dinero, el poder de las armas, el poder de las empresas y organismos multinacionales, el poder de la ambición, el poder de los medios de comunicación, toda esta realidad nos indica que hemos acumulado mucho poder, el cual marca diferencias de diferente tipo. El encanto y la soberbia del poder hace que su lógica sea: “lo que puede ser hecho, debe hacerse”, no importando otros factores. Si podemos modificar la vida humana, pues hay que hacerlo. Si podemos modificar los genes, entonces hay que hacerlo. Si podemos manipular más aún el mundo subatómico, hay que hacerlo. Si podemos producir mil carros al día, hay que hacerlo. Si podemos hacer más perfectas las armas de destrucción masiva, hay que hacerlo. Sin embargo, el dinamismo del poder oculta el querer, el deseo que mueve el poder.

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