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Respuesta:
La primera consiste en que la arquitectura tiene una función pública o privada, un carácter social; en cualquier caso, tiene la función de servir a ciertas necesidades humanas, de responder a unas necesidades directas que no cumplen la pintura ni la escultura, por ejemplo.
La segunda es que la arquitectura se produce siempre a través de un proyecto. En la pintura y la escultura existe la tradición del trabajo manual, de la acción directa, de eso que podríamos llamar artesanía si hablásemos de objetos de uso. La arquitectura, en cambio, sigue un proceso a partir de un proyecto, un documento transitivo entre la idea y la realización. Y la realización queda a cargo de personas que no han creado la obra artística.
Estas diferencias marcan cualquier juicio sobre la arquitectura, porque plantean uno de sus mayores problemas: cómo puede ser una actividad artística y, al mismo tiempo, estar al servicio de necesidades humanas inmediatas. La cultura es en principio una transgresión del status quo; la actividad artística es un cambio rotundo y profundo de aquello que en ese momento es aceptado acráticamente. Por lo tanto, la arquitectura, ya de entrada, tiene un problema: por un lado, debe responder a unas necesidades globalmente aceptadas y, por otro, contradecirlas si realmente pretende ser una actividad artística.
Pienso, pues, que la arquitectura es, sin duda, una actividad de síntesis, como decían los antiguos, contemplada desde esta contradicción: por un lado, si es una obra de arte debe tener una posición, por así decirlo, de respuesta al status quo; por otro, al ser una actividad de servicio, debe responder a las necesidades que están asumidas en el mismo status quo.
En una pintura puedes transgredir totalmente lo que en ese momento está establecido, porque si no se acepta ya reconocerá más adelante, y si nunca lo hicieran tampoco pasaría nada. Es decir, el acto de afirmación puede tener lugar al margen de cualquier necesidad. Pero si como arquitecto tienes al mismo tiempo cierta conciencia social y sabes, por ejemplo, que es muy importante construir viviendas económicas, buenas y confortables, esta transgresión no puedes practicarla del todo. Por lo tanto, ser obra de arte y estar al servicio de la comunidad es un problema, pero también es uno de los atractivos de la arquitectura que, a diferencia de las demás artes, no navega en la nada sino que se mueve a través de condicionantes muy sólidos, contundentes. En el caso de la pintura es evidente que aquella recogida en la historia del arte es la que se ha esforzado en cambiar la manera de hacer habitual en cada época. El arte o es innovación o es muy poca cosa. Aparte de las consideraciones del papel de la tradición y de la historia, cada acto creativo es un acto en contra o un acto de superación de los anteriores. Y esto, cuando tienes que construir viviendas populares, por ejemplo, es muy difícil.
La primera consiste en que la arquitectura tiene una función pública o privada, un carácter social; en cualquier caso, tiene la función de servir a ciertas necesidades humanas, de responder a unas necesidades directas que no cumplen la pintura ni la escultura, por ejemplo.
La segunda es que la arquitectura se produce siempre a través de un proyecto. En la pintura y la escultura existe la tradición del trabajo manual, de la acción directa, de eso que podríamos llamar artesanía si hablásemos de objetos de uso. La arquitectura, en cambio, sigue un proceso a partir de un proyecto, un documento transitivo entre la idea y la realización. Y la realización queda a cargo de personas que no han creado la obra artística.
Estas diferencias marcan cualquier juicio sobre la arquitectura, porque plantean uno de sus mayores problemas: cómo puede ser una actividad artística y, al mismo tiempo, estar al servicio de necesidades humanas inmediatas. La cultura es en principio una transgresión del status quo; la actividad artística es un cambio rotundo y profundo de aquello que en ese momento es aceptado acráticamente. Por lo tanto, la arquitectura, ya de entrada, tiene un problema: por un lado, debe responder a unas necesidades globalmente aceptadas y, por otro, contradecirlas si realmente pretende ser una actividad artística.
Pienso, pues, que la arquitectura es, sin duda, una actividad de síntesis, como decían los antiguos, contemplada desde esta contradicción: por un lado, si es una obra de arte debe tener una posición, por así decirlo, de respuesta al status quo; por otro, al ser una actividad de servicio, debe responder a las necesidades que están asumidas en el mismo status quo.
En una pintura puedes transgredir totalmente lo que en ese momento está establecido, porque si no se acepta ya reconocerá más adelante, y si nunca lo hicieran tampoco pasaría nada. Es decir, el acto de afirmación puede tener lugar al margen de cualquier necesidad
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alguien que lo responda yo también lo ocupo saber
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ayudaaaaa