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1. La ética en ambos conceptos
Podemos encontrar grandes diferencias entre legítimo y legal. Una de ellas es la implicación de la ética y la moral en cada uno de los conceptos.
Si bien lo legal tiende a hacerse pensando en conseguir una convivencia sana y justa pueden promulgarse leyes basadas en intereses personales o con propósitos contrarios al bienestar de parte de la población independientemente de cómo sean percibidas, siempre y cuando quien ostenta el poder así lo decida. Lo legítimo, si bien en general proviene de lo legal, va a estar esencialmente vinculado a lo moral y ética, a cómo sea percibido el elemento en cuestión que se está juzgando.
2. Nivel de objetividad/subjetividad.
Este punto está vinculado a la gran mayoría de los otros aspectos citados. Hemos de tener en cuenta que la ley establece un marco para todos los ciudadanos independientemente de sus opiniones al respecto. Sin embargo, cada persona tiene su propia idiosincrasia y sus propias ideas de lo que es o no es válido.
Por ello, lo que para mí es legítimo para otra persona puede suponer una aberración. Que algo sea legítimo o no dependerá pues de la subjetividad de la persona que lo observe, si bien por lo general al hablar de legitimidad se suele hablar del nivel en que algo es considerado por el conjunto de la población.
3. La ley viene del aparato legislativo, la legitimidad de la valoración de la persona
Una de las principales diferencias entre legal y legítimo la podemos encontrar en su procedencia. Mientras que lo legal supone únicamente que se ha llegado a un compromiso institucional que se aplica a la población independientemente de, que algo sea legítimo implica que va a ser considerado como justo por parte de la mayoría.
4. Modificabilidad
Otra de las diferencias que podemos encontrar entre lo legal y lo legítimo es el grado en algo es considerado como tal puede variar o a qué velocidad lo hace.
Las diferentes leyes existentes son creadas, promulgadas, modificadas e incluso suprimidas constantemente, según la ideología gobernante y las situaciones socioculturales e históricas reinantes. Así lo que es legal, ilegal o alegal es claramente modificable, a pesar de que supone un trámite que puede conllevar un período de tiempo más o menos prolongado.
5. Relatividad de los hechos
Lo legal y lo legítimo también pueden diferir en cómo se observan unos hechos concretos. Si bien lo legal tiene en cuenta que existen circunstancias atenuantes o agravantes, si una acción concreta es tipificada como delito va a ser considerada ilegal. Sin embargo, aún si bien la acción puede ser ilegal puede ser considerada legítima si existe una razón lógica para su comisión.
6. Generación de reactancia
Si las leyes resultan legítimas para el conjunto de la sociedad, por norma general van a ser bien aceptadas y seguidas. Sin embargo, si una ley o el modo en que es aplicada se percibe como contraria o coarta la libertad personal, será vista como ilegítima. Ello puede provocar que muchas personas presenten reacciones de frustración, rabia y enfado que les conduzcan a contravenir la norma.
Este es un aspecto en que legal y legítimo también se diferencian: si lo legal es considerado injusto va a tender a generar reactancia mientras que lo legítimo no suele hacerlo o al menos no en la misma medida, dado a que es considerado justo.
7. Contexto de aplicación
Otro aspecto a tener en cuenta que diferencia lo legal de lo legítimo es el contexto en el cual se aplica. Cada territorio y cada país posee diferentes leyes dependiendo de las circunstancias socioculturales y el tipo de pensamiento detrás del poder al mando, e incluso de cómo se haya conseguido o mantenido dicho poder. De este modo, lo que es legal en un país puede ser ilegal en otro.
Sin embargo, la legitimidad tiene un contexto de aplicación más expandido. Un hecho puede ser ilegal en un sitio pero legal en los demás, pero puede valorarse si es legítimo o no desde cualquier lugar del mundo.
8. Lo legítimo puede no ser legal, y viceversa
Si bien las leyes suelen crearse con la intención de ser legítimas, y de hecho el hecho de ser leyes las invisten de cierto nivel de legitimidad, su aplicación e incluso el propósito con el que algunas son creadas puede no serlo.
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