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2. “NUNCA JAMÁS LA GUERRA”
Estas palabras de Pablo VI en su visita a la ONU volvieron a ser repetidas por Juan Pablo II el
domingo 16 de marzo, días antes de que estallara el conflicto bélico en Irak. Lo que para unos
ha sido un esfuerzo por impedir el que se puedan repetir los atentados terroristas del 11-S -lo
que les ha llevado a justificar la invasión de Irak-, para otros -fundamentalmente los millones de
ciudadanos que se echaron a las calles para protestar en contra de la guerra- ha resultado una
infracción gravísima del sistema internacional avalado por la ONU, que pone de manifiesto los
verdaderos intereses económicos que están detrás de dicha operación militar.
3. CUANDO SE INVOCA EL NOMBRE DE DIOS EN VANO
Nada más comenzar la guerra, la portada de un periódico de ámbito nacional nos ofrecía la
imagen de unos soldados norteamericanos rezando en el desierto. En la televisión se ha
podido ver a soldados iraquíes invocando a Alá para derrotar a los infieles. Traigo estos hechos
a la memoria porque, desgraciadamente, como en anteriores ocasiones, Dios vuelve a adquirir
protagonismo en los escenarios mediáticos al ser invocado su nombre por aquellos que están
dispuestos a morir o matar por Él (ARGULLOL, 2003). Esta “divinización” de la causa bélica,
que realiza cada una de las partes enfrentadas, provoca que se alcen voces llamando la
atención sobre los efectos disolventes de la religión para la convivencia pacífica. Que la religión
ha sido causa de conflicto entre pueblos es difícil de negar. Pero también la experiencia
religiosa ha movido las mejores energías de los humanos a favor de la reconciliación y la paz3
.
En este sentido, conviene recordar que Europa tiene tras de sí una triste historia de intolerancia
religiosa, como fruto de las disputas religiosas entre las iglesias cristianas después de la
Reforma protestante. La paz de Westfalia (1648) puso fin a las llamadas guerras de religión de
los siglos XVI y XVII. Entre las partes contendientes fue ganando terreno una convicción: la fe
en sus distintas formas de interpretación no podía ser el elemento aglutinador de la
construcción de una convivencia pacífica. Se hizo necesario dirigir la mirada hacia la razón.
4. DE LOS EXCESOS DE LA RAZÓN MODERNA...
Cuando el mundo europeo abandona la Edad Media y se dispone a entrar en la Edad Moderna,
teniendo que hacer frente a las nuevas preguntas que acompañaban a dicho cambio,
contempla sorprendido cómo la religión profesada no ayuda a construir la tan deseada
convivencia pacífica. Suena la hora del relevo. La fe cristiana, incapaz de cohesionar la nueva
Europa emergente, deja el testigo a la razón. Es cierto que la cuestión religiosa no
desapareció, pero sí se inició un proceso de racionalización y privatización de la misma
(MARTÍNEZ CAMINO, 2002:51-52). El momento cumbre de la Edad Moderna es la Ilustración.
Explicación:
Esas son algunas, ojalá te haya servido en algo, buenas noches;)