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En esencia, el contrato es el reflejo de un acuerdo alcanzado por dos partes mediante el cual una de ellas se compromete a hacer algo a cambio de una contraprestación, generalmente de tipo económico. Estos contratos pueden ser básicamente de dos tipos, verbales o escritos. Ambos gozan de la misma validez legal sin embargo, en caso de que surja algún tipo de problema entre las partes, será mucho más difícil demostrar lo que se argumenta si no existe un contrato por escrito. Por lo tanto, el contrato por escrito es la mejor forma de garantizar que ambas partes cumplen con las condiciones pactadas.
Cada día, las personas efectuamos multitud de contratos verbales y escritos. El simple acto de pagar por un café en la cafetería, es un contrato que obliga a ambas partes; pasar el bonobús al subir al autobús es otro contrato; incluso cuando quedamos para comer con un compañero del trabajo, estamos estableciendo una relación contractual.
En la mayoría de ocasiones, la relación fijada en un contrato, ya sea verba o escrito, no suele suscitar problemas; lo ideal, y habitual, es que se resuelva de la manera pactada. Pero cuando hablamos de relaciones comerciales, de acuerdos entre empresas o entre profesionales, estos acuerdos tan simples comienzan a volverse complejos y las condiciones se multiplican: plazos de entrega, lugares de entrega, calidad del producto, plazos y métodos de pago, causas de rescisión, sanciones por incumplimiento, y un largo etcétera. Es entonces cuando el contrato se revela como lo que verdaderamente es, la herramienta fundamental que permite a las empresas efectuar transacciones, negocios y todo tipo de operaciones con proveedores y clientes.
La importancia del contrato en las relaciones comerciales radica en que se trata de un documento escrito en el que quedan reflejadas las obligaciones y las responsabilidades que asume cada una de las partes implicadas. Así, en el caso de que alguna de las parte lo incumpla y sea necesario recurrir a la justicia, el proceso será mucho más sencillo, corto y menos costoso.
Por ello, en las relaciones comerciales, los contratos son algo que las empresas no deben dejar para después, ni tampoco en manos de cualquiera. Desde el principio, todas las relaciones entre compañías deben quedar formalizadas, pues de esta forma, todos ganan en seguridad, y se evitan posibles gastos futuros. Estas ventajas aumentan cuando de la redacción del contrato se encarga una abogado especialista en contratos comerciales y conocedor de la legislación vigente. Es cierto que existen multitud de contratos estándar que pueden resultar válido en marchas circunstancias pero, ¿cómo podemos estar seguros de ello sin la ayuda de un profesional experto? El abogado escuchará a ambas partes y redactará el contrato que mejor refleje el acuerdo alcanzado por las partes y que garantice la seguridad y la tranquilidad de su cliente.
En conclusión, el contrato por escrito en las relaciones comerciales entre empresas y/o entre profesionales es fundamental para el bien de ambas partes y del propio negocio en tanto que:
Deja constancia escrita de las características del producto o servicio prestado, así como de las condiciones, obligaciones y responsabilidades de ambas partes.
También evita malentendidos y reclamaciones innecesarias y, en caso de discrepancia, siempre se puede acudir a él para zanjar la disputa.
Al estar por escrito, no se olvidará ninguno de los puntos acordados, algo que sí puede suceder con el contrato verbal y por lo tanto, en más sencillo de cumplir.
Aporta seguridad y tranquilidad a ambas partes.
Al redactar el contrato se plantean posibles situaciones futuras que podrían llegar a ocurrir y que, de otro modo, tal vez no se consideraría
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