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Durante los primeros años de la dictadura militar, las formas de expresar la oposición al régimen estuvieron severamente acotadas por el Estado terrorista. Frente a un panorama cerrado y difícil se desarrollaron paulatinamente diferentes formas de resistencia y manifestación, que a medida que el gobierno comenzó a perder su capacidad de presión, y los ciudadanos el miedo a este, ganaron una importante visibilidad.
Esto fue particularmente visible con posterioridad a la derrota de la guerra de Malvinas (1982), que produjo un severo golpe simbólico para la dictadura. Las manifestaciones ganaron gradualmente espacio y formas de expresión anteriormente subterráneas comenzaron a desenvolverse a la luz. El esfuerzo inicialmente solitario de los organismos de Derechos Humanos, comenzó a ser acompañado por otros actores sociales que desplegaron nuevas formas de protesta y movilización.
Este fue el caso de una intervención artística conocida como El Siluetazo. El 21 de septiembre de 1983, por iniciativa de un grupo de artistas, grupos estudiantiles y agrupaciones juveniles, y con el apoyo de los organismos de Derechos Humanos, los manifestantes comenzaron a delinear sus siluetas en afiches, que luego instalaron en las inmediaciones de la plaza. Prestaron sus cuerpos para convocar a aquellos que el terror estatal había desaparecido: las siluetas buscaban representar la presencia de los desaparecidos y cuestionar a la dictadura militar desde el arte.
Las figuras humanas, de tamaño natural, se extendieron de la Plaza de Mayo a toda la ciudad. Desde ese momento, se transformaron en uno de los emblemas del reclamo por la memoria, la verdad y la justicia, y constituyen parte del repertorio simbólico de distintas movilizaciones sociales y políticas.
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El 21 de septiembre de 1983, los manifestantes comenzaron a delinear sus siluetas en afiches, que luego instalaron en las inmediaciones de la plaza. Se extendieron de la Plaza de Mayo a toda la ciudad. Desde ese momento, se transformaron en uno de los emblemas del reclamo por la memoria, la verdad y la justicia, y constituyen parte del repertorio simbólico de distintas movilizaciones sociales y políticas.