Respuestas
Respuesta:
La ética del deber
En la práctica, la moral, funciona como un obstáculo que dificulta la afirmación abierta del mal y de la vileza, y nos obliga a evaluar los motivos de nuestra conducta según criterios de todos. No cualquier individuo inmoral se atrevería a desear a sus prójimos la realización de las máximas que dirigen su conducta. Hasta los mentirosos o ladrones empedernidos se preguntan de vez en cuando: ¿qué sucedería si todo el mundo empezara a pensar y a obrar como nosotros? Por ejemplo, yo prometo a otra persona algo que de antemano no puedo cumplir. Desde el punto de vista de mi interés práctico, a veces es útil mentir para desembarazarme de un lío. Y aunque en ocasiones deseo la mentira, ¿qué sucedería si todos los demás mintieran como yo? Bastaría tomar en cuenta esta razón para invalidar la pretensión de mis actos a la norma universal y no permitir elevar la mentira al grado de ley moral. La gente que prefiere guardar silencio acerca de los motivos que son contrarios a la conciencia moral reconoce implícitamente el carácter general de ésta.
A veces nos dicen que existen diferentes morales, pues dependen de la cultura, el nivel de educación o la época en que se vive, y que no hay moral absoluta. Pero cuando el hombre se prohíbe a sí mismo el engaño, el robo o la arbitrariedad, no se trata de una cuestión de puras preferencias que dependa de su gusto personal; se trata de someterse personalmente a una ley que él cree que vale, o debe valer, para todos. El verdadero acto moral implica el respeto a la propia dignidad y a la de todos, y se expresa en el imperativo categórico "obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal." (Kant, 1995: 39). Una acción sólo es buena si el principio al que se somete su motivo (o, en los términos de Kant, su "máxima") puede valer para todos. Obrar moralmente es actuar de tal forma que puedas desear, sin contradicción, que todo individuo se someta a los mismos principios que tú.
Explicación: