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Durante mucho tiempo, los ríos de las ciudades de gran parte del mundo han sido focos de riesgo por contaminación y deterioro medioambiental. En muchos casos se convierten en cloacas de aguas residuales, y sus veredas son un sumidero de los residuos sólidos de la ciudad, e incluso asentamiento de comunidades marginales con menor poder adquisitivo.
Sin embargo, hoy ya contamos con muchas ciudades que entienden el potencial de sus ríos como ejes esenciales de desarrollo sostenible de todo asentamiento humano; desde su identidad, su conexión al territorio y su papel principal para el proyecto de sus ciudadanos hacia la armonía con su entorno. Estas ciudades han demostrado ser exitosas en la mejora de calidad de vida de sus habitantes, al tiempo que nos enseñan que la cooperación, la participación ciudadana e institucional, el enfoque multidisciplinar, la responsabilidad social y la innovación son claves para abordar el proceso de transformación y poner en valor toda la riqueza y bondades que el río ofrece a la ciudad.