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A los siete años Carlo manifestó su deseo de recibir la comunión a la que llamó «mi autopista hacia el cielo». 7 Para no ceder a lo que creían que era un capricho, sus padres consultaron a monseñor Pasquale Macchi, ex secretario del papa Pablo VI. Tras constatar la madurez del niño, el prelado lo autorizó a realizar su primera comunión. La ceremonia tuvo lugar en el Monasterio Ambrosiano de Perego el 16 de junio de 1998. Desde entonces y hasta su muerte, Carlo asistió todos los días a misa. En una ocasión dijo: "Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directos al paraíso". Rezó el rosario todos los días, se confesaba una vez por semana y participaba en el catecismo para los niños de su parroquia.8
También dedicaba su tiempo libre a visitar a los ancianos y ahorraba dinero para dárselo a los más necesitados, ayudaba a las personas sin hogar, fue voluntario en los comedores populares y ayudó como catequista,9 a menudo decía: «La felicidad es mirar a Dios. La tristeza es mirarte a ti mismo».10
Mostró interés por las tecnologías de la información y la comunicación y como aficionado a la informática, ideó y organizó un material audiovisual relacionado con sus creencias religiosas acerca de la Eucaristía y los milagros eucarísticos. Fue precursor del uso de estos materiales para la difusión de contenidos religiosos. Tras dos años de investigación y viajes, en los que también participaron sus padres, elaboró una de sus obras más importantes: una exposición sobre los milagros eucarísticos en el mundo, su trabajo recoge un total de 136 milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia católica, con fotografías y descripciones. La exposición se inició en un sitio web pero posteriormente se materializó y se ha difundido por los cinco continentes. Solo en los Estados Unidos ha llegado a varias parroquias y universidades. También a algunos de los santuarios marianos más famosos, como Fátima, Lourdes y La villa de Guadalupe,11 por esta razón, se ha pensado en él como posible patrono del Internet.12