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ʕ •́؈•̀ ₎
¯\_(ツ)_/¯
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(•̀ᴗ•́)و
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yer, el rector de la Universidad Iberoamericana Puebla destacó la importancia de “fomentar entre los estudiantes una voz crítica pero responsable; que no oculten la información ni promuevan la impunidad o que pinten de colores la verdad en tiempos políticos, haciendo un uso adecuado de las redes” dentro de la realización del Congreso Iberocom 2017. Recordemos que Fernando Fernández Font ha sido especialmente crítico en cuanto a lo que sucede con la inseguridad, la violencia y especialmente los feminicidios ocurridos en Puebla.
Si bien es cierto que las políticas públicas deben de modificarse o en su caso aplicarse la legislaciones actuales de manera estricta, pienso que hay que ponerle también muchísima atención a lo que sucede en lo micro social.
No hace mucho, observé a dos niños en edad escolar transitando en la acera de una calle del sur de la ciudad, eran aproximadamente las doce del día. Estaban acompañados por sus mamás y una niña pequeña. Me los quedé observando porque iban caminando sobre la calle utilizando una sombrilla apuntando a las personas que caminaban en la acera haciendo con sus labios un sonido peculiar cada vez que “jalaban el gatillo” y daban al blanco. Los seguí observando por unos minutos, tiempo en el cual “mataron” a varias personas y a dos perros.
Mis pensamientos se centraron en reflexionar en el peculiar ambiente que rodea actualmente a los niños, jóvenes y adultos, y no solamente el referido al medio ambiente que ya está bastante contaminado, sino el social, aquel que muchas veces enturbia los sentidos de manera frenética. Me explico: los programas de televisión, las películas, las canciones, los juegos, su entorno familiar y de diversión, las redes sociales están plagados de mensajes llenos de violencia y en donde también la corrupción y la impunidad se pueden sobredimensionarse de manera negativa.
Uno de los ejes transversales educativos tiene que ver con la integración, revalorización y la re significación de la cultura cotidiana de los alumnos, en la que los medios de comunicación así como sus relaciones e interacciones tienen una fuerte importancia.
Son educativos porque influyen en los individuos, en sus aprendizajes y sobre la manera en la que aprenden y tienen relación con lo que algunos investigadores estamos explorando: los saberes y su relación con el proceso individual de formación, en donde se mezclan de manera conjunta: razón, emoción, información y representación.
Todos los individuos aprenden lo que en su contexto se genera: conocimientos derivados de ciertos contenidos, comportamientos de la vida cotidiana, valores, habilidades, estrategias de respuesta ante diversos eventos, destrezas, sentimientos y emociones entre los principales, una manera de estar y ser en el mundo actual.
Los procesos sobre la interpretación de la realidad, se realiza bajo procesos metodológicos de lo que no se aprecia a simple vista y que pasa desapercibido para muchos sectores de la población.
Por ahora, les invito a poner atención y mirar el entorno en el cual las nuevas generaciones crecen: los programas televisivos, los juegos electrónicos, las redes sociales, las canciones que cantan, los bailes que realizan etc. En muchos de ellos podemos encontrar una gran dosis de violencia.
¿Qué sucede con todos esos seres humanos que son tan violentos, que siempre en su lenguaje y sus gestos no verbales son tan agresivos? Y dentro de este análisis ni el presidente de los Estados Unidos queda fuera. ¿Pero si nos centramos en aquellos que especialmente cometen crímenes atroces y con tanta saña contra criaturas indefensas? Tal vez la respuesta podría encontrarse en lo que han vivido y desarrollado en su historia de vida, cuál fue el contexto especial que les ha rodeado.
Exactamente el feminicidio número 86 fue el de la maestra Irais, que trabajaba en un Bachillerato, de lo que por cierto, pocos se enteraron. La manera tan terrible en la que la masacraron me dejó pensando en lo qué pudo pasar en la mente y en el corazón de sus asesinos. Las evidencias muestran que estos individuos, al igual que lo que sucedió en otros casos, no se tentaron el corazón para dejar aventado en un lugar cualquiera el cuerpo de su víctima, como si fuera un objeto, una cosa sin valor, sin el menor remordimiento.
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