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Respuesta:
Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho” (Lucas 23:48).
Después que nuestro Señor se levantó de los muertos y ascendió al Padre, los discípulos comenzaron a proclamarle como el Mesías prometido y como el Señor resucitado (ver Hechos 2:22-36; 3:11-26).
Esto provocó una gran consternación en aquellos que creyeron que lo habían silenciado para siempre (ver Hechos 4:1-2).
Para el cristiano, la resurrección de nuestro Señor de la tumba, es una verdad que consuela y que también debería inspirar reverencia y asombro, pues la resurrección de Cristo de los muertos, es una prueba de Su santidad. Pero esta misma resurrección debería infundir una clase de temor diferente en los corazones de quienes lo han rechazado, pues cuando Él regrese a la tierra, derrotará a Sus enemigos. Si ellos verdaderamente comprendieran todo lo que la resurrección implica, ésta no debería consolar a los no creyentes. Sin embargo, puede motivarlos a arrepentirse y a dirigirse a Él para recibir el perdón de los pecados y la vida eterna, así como lo fue para miles en el día de Pentecostés (ver Hechos 2:37-42).
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