Respuestas
Respuesta:
Habla de las bienaventuranzas
Explicación:
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Al formular las bienaventuranzas, Mateo, a diferencia de Lucas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús. De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de ir encontrando su propio estilo de vida en medio de una sociedad secularizada.
No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma. El Evangelio solo se difunde desde actitudes evangélicas. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina hacia el Padre. Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal y comunitaria. Solo así hemos de caminar hacia el futuro.
Dichosa la Iglesia «pobre de espíritu» y de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni esplendor, sostenida por la autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de Dios. Dichosa la Iglesia que «llora» con los que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y también el destino de Jesús. Un día será consolada por Dios. Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza, la coacción o el sometimiento, practicando siempre la mansedumbre de su Maestro y Señor. Heredará un día la tierra prometida. Dichosa la Iglesia que tiene «hambre y sed de justicia» dentro de sí misma y para el mundo entero, pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos. Su anhelo será saciado por Dios.
Respuesta:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Estas son las personas que aman y sirven desinteresadamente a los demás, que no buscan el reconocimiento, ni la recompensa, ni el prestigio, que no les interesa el poder ni el dinero, y que por esta desposesión son semejantes a Jesús pobre que pasó ofreciendo el Reino gratuito del amor.
Explicación: