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Hoy más que nunca la filosofía y la ciencia tienen que volver a ser como lo fue en la época de Aristóteles y Platón, las dos caras de una misma moneda. ¿Son los científicos los filósofos del siglo XXI? Es una cuestión en la que no hay una opinión unánime. Pero la filosofía, en su lado más práctico, lo que se conoce como la ética, está más viva que nunca porque es ahora, con los avances de la tecnología y la ciencia, cuando se necesita de su mediación en temas como la bioética, la eutanasia o el aborto.
“Hoy en día las cuestiones morales de qué hacer o cómo vivir son tan acuciantes como siempre. Porque una cosa es lo que técnicamente se puede hacer y otra lo que moralmente se debe hacer. Se trata de saber cómo administrar el enorme poder que la ciencia y la tecnología han puesto en manos del ser humano”, opina Tomás Calvo, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y presidente honorario del Instituto Internacional de Filosofía.
Los filósofos presocráticos eran observadores de la naturaleza pero los científicos hoy también lo son. Eran algo así como actualmente entenderíamos la conjunción entre un filósofo, Daniel Dennet, por ejemplo y un científico como Anton Zeilinger. Este último, de la Universidad de Viena, ha liderado recientemente un experimento en Canarias sobre el teletransporte; la transmisión de un estado cuántico de unas partículas, normalmente, fotones de luz, entre dos puntos que, en principio, pueden estar tan lejos como se desee.