Respuestas
La filosofía contemporánea se ha convertido en una reflexión sobre la modernidad. Hasta tal punto esto es así que la tarea de hacer
filosofía hoy resulta inseparable de la consideración de su propia situación histórica. La filosofía ha sido siempre una cierta reflexión sobre sí misma; pero actualmente esta justificación de sí misma se ha
convertido en su cometido fundamental. Desde los que consideran
que asistimos a una auténtica «revuelta contra la modernidad» (LIPSET), hasta los que la definen como un «proyecto inacabado» (HABERMAS), todo son balances, críticas y revisiones. Se trata de una
reflexión que, por lo general, no se satisface con correcciones parciales, ni se resuelve en la formulación de nuevos sincretismos, sino
que atañe al núcleo mismo del espíritu que ha animado, durante varios siglos, a eso que llamamos, no sin una cierta vaguedad, filosofía moderna.
La radicalidad con que se presentan los actuales análisis de la
modernidad exige un tratamiento que deslinde lo programático de
lo coyuntural, el impulso esencial de sus formulaciones concretas.
Por esta razón se ha de reducir la filosofía moderna a sus rasgos
más definí torios y reproducir las líneas básicas de su evolución,
virtual o efectiva. La perspectiva histórica, tan necesaria para establecer juicios de valor, nos permite ya obtener algún tipo de conclusiones sobre una etapa de la cultura occidental que ha dejado de ser
proyecto y posibilidad para convertirse en pasado de la filosofía.