¿A qué condiciones de vida quedaban sujetos los judíos que se refugiaban? ¿A quiénes podían recurrir? En ese sentido, analicen cómo eran las relaciones hacia adentro y hacia fuera de la comunidad judía.
Porfasssss
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Respuesta:
Explicación:Cuando el 30 de enero de 1933 Adolf Hitler es proclamado canciller del Reich, culmina de manera provisional en Alemania un largo período de agitación política. La influencia de su partido ―el NSDAP― y su ideario extremista aumentan considerablemente.Ya no hay lugar para quienes piensan distinto: desde un principio, los opositores al régimen sufren intimidaciones y persecuciones y son enviados a campos de concentración. Por eso, pronto muchos disidentes políticos y culturales abandonan el país, sin que la condición de judío constituya la línea divisoria primaria. Entre estos primeros emigrantes o refugiados se encuentran muchos escritores, periodistas y artistas. Existe una diferencia entre emigrar y refugiarse, aunque es difícil explicar dónde radica la separación entre ambos.
No es de extrañar que la mayoría de las personas vean al Judaísmo sólo como una religión más y piensen, equivocadamente, como ocurrió hace siglos con la Iglesia Católica Apostólica Romana, que también en el Judaísmo "ciencia y religión" no "van de la mano". Pero eso no es así, ya que en el Judaísmo, desde antaño, el conocimiento científico fue visto como una ayuda en la aplicación de ciertas normas de la Halajá (jurisprudencia judía).
Por ejemplo:
El Yom Kippur (día del perdón) es un día de ayuno riguroso y obligatorio. La ciencia médica puede determinar si un enfermo debe comer o no durante este día, como asimismo puede también resolver problemas de vida o muerte en relación con el parto o los trasplantes de órganos.
El conocimiento de la astronomía hizo posible realizar los cálculos necesarios para determinar los años bisiestos y fijar el calendario judío con las fechas correctas para la celebración de las festividades.
Como estos, son muchos los ejemplos que pueden mencionarse para revelar la importante relación entre ciencia y religión en la fijación de dictámenes halájicos.
Es menester percibir a la ciencia como aquella actividad que entrega al hombre conocimiento y herramientas tecnológicas para hacer de su vida algo mejor y a la Torá como la que proporciona las pautas éticas acerca de cómo deben ser utilizadas dichas herramientas. Así pues, ciencia y Torá deben ir juntas. En el Judaísmo, el conocimiento por el conocimiento y la experimentación sólo por alcanzar mayor conocimiento no son aceptables si no van acompañados de un comportamiento ético que implique hacerse responsable de acciones y descubrimientos, y que estos vayan encaminados a mejorar la vida del hombre16.
"Observaréis mis estatutos y mis ordenanzas destinadas a hacer vivir al hombre"17
En este sentido, la ciencia médica, destinada a mejorar la calidad de vida de los seres humanos y a curar -en la medida de sus posibilidades- las enfermedades que éstos puedan padecer, es una ciencia que conlleva el comportamiento ético de aquellos hombres que la practican. Numerosos problemas relacionados con el inicio y el fin de la vida están bajo la supervisión de los comités de ética, los cuales cuentan entre sus miembros no sólo a médicos, sino también a expertos en asuntos religiosos (en nuestro caso, en Halajá) que deben lidiar con todo lo que la medicina y la relación médico-paciente implica desde una perspectiva ética. Además, procurar que no se lesione lo que la perspectiva religiosa señala y que determina lo que puede o no hacerse desde el punto de vista de la Halajá. Habrá oportunidades en que los dictámenes halájicos podrán no concordar con ciertas prácticas médicas.
Si uno busca en el Talmud, también es posible encontrar tratamientos y medicinas que se prescriben en ciertos casos, pero que no se pueden usar en los pacientes, porque muchas veces no es posible identificar correctamente las dosis exactas ni las instrucciones para administrarlas(1). Lo correcto, entonces, es la utilización de los métodos modernos en beneficio del paciente.
En este punto, resulta importante destacar la gran responsabilidad que recae en los hombros del médico, quien está obligado -aun cuando el paciente no lo admita- a realizar todo lo posible con el fin de que este continúe con vida, porque no hacerlo es equivale a "derramar sangre"(2).
Como señalamos, los considerables avances de la ciencia y la tecnología médica parecieran poner en jaque a la Halajá, que debe plantearse importantes preguntas, como por ejemplo: ¿en qué momento puede considerarse muerta una persona? La fuente básica de consulta la constituye la Torá y el Talmud. El texto bíblico es explícito: una persona muere cuando deja de respirar. De ser así, los trasplantes no serían viables, dado que el órgano a trasplantar se dañaría. Entonces, ¿qué hacer? En estos casos los médicos utilizan el criterio de "muerte clínica", esto es, cuando cesa la actividad cerebral, pero en esos casos el sujeto aún respira y su corazón late. ¿Es halájicamente aceptable este criterio? ¿Cuál es la respuesta de la Halajá ante este y otros desafíos que le presentan los nuevos métodos y descubrimientos médicos?