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1. Introducción
El siglo XVII novohispano, núcleo central del llamado “ciclo barroco”
de nuestra historia, ha sido denominado durante mucho tiempo “el
siglo olvidado”. Por fortuna, el mote poco a poco deja de ser cierto,
si bien no tanto como para dejarlo de lado. Algo de la historiografía
eclesiástica reciente relativa a monjas y clero diocesano, de estudios
sobre la mujer, la educación, familia y sexualidad —por citar ejemplos— han enfocado sus baterías sobre tal centuria y con ello han
empezado a desbrozar el terreno; baste mencionar los nombres de
Asunción Lavrín, Josefina Muriel, Pilar Gonzalboy Solange Alberró.
Sin embargo, hay un aspecto que refleja la enorme complejidad del
ciclo barroco y que sigue esperando diversos estudios que le clarifiquen. Me refiero, por supuesto, al barroquismo de su estructura
social.
Sobre este problema en particular me parece que contamos con
tres estudios de consideración especial. El de Irving Leonard, el de
Magnus Mórner, y el de Jonathan Israel.1 El texto de Leonard,
además de tener el mérito de ser pionero en la materia, nos regala
una excelente descripción del mosaico étnico novohispano, su posible formación, sus relaciones y conflictos. Por su lado, el libro de
Israel nos entrega, en su primera parte, un estudio de aquella sociedad, vale decir, todo un ensayo de sociología histórica descriptiva
para, en su segunda parte, aplicarlo a un estudio de historiografía
política.2 Sin embargo, de los tres sólo Magnus Mórner se propone
de manera explícita generar categorías de análisis que permitan al
estudioso orientarse en aquella compleja realidad. Por la misma
razón, sin olvidar a los primeros, en estas líneas dialogaremos principalmente con el tercero.
Es convicción de quien estas líneas escribe que, para seguir
avanzando en el esclarecimiento de aquella estructura social es necesario crear herramientas analíticas utilizando, para ello, la documentación que le es propia del siglo xvn, cual será el intento de este
artículo. Lo haremos abordando tan sólo uno de los aspectos que
determinan una estructura social, los componentes ideales de su
estratificación.
Así pues, en el presente escrito describiremos a grandes rasgos
la estratificación social en el reino de la Nueva España, valedero para
el siglo XVII, atendiendo básicamente a la normatividad explícita
vigente en ese entonces, principalmente en la Recopilación de las
leyes de los Reinos de las Indias de 1681, entendida como el gran
intento de sistematización —precodificación podríamos decir— de
todas las disposiciones reales desde los inicios del dominio castellano
hasta esas fechas; así como en la doctrina jurídica vista a través de la
Política indiana, de don Juan de Solórzano y Pereyra, publicada en
1639. Ambas obras esenciales para comprender el ordenamiento
jurídico de las Indias Occidentales durante el siglo XVII.
Desde luego, estamos conscientes de que aquí no se agota, ni
cercanamente, el problema de la estratificación social. La normatividad plasmada en estas leyes nos refleja, en el mejor de los casos, el
modelo que la Corona de Castilla intentó establecer en las Indias. En
este sentido, la utilidad de nuestra descripción radica en que puede
ser usada como “tipo ideal” para abordar la realidad histórica concreta del siglo xvil, en la medida que nos representa los límites
formales de las relaciones sociales en la Nueva España que configuraron un cuadro de estratificación.
Pretendemos la construcción de un modelo mínimo que nos
permita, por confrontación, comprender adecuadamente los fenómenos de la distribución de las posiciones sociales, al mismo tiempo
que insertar algunos elementos de discusión que nos permitan com-
prender, en principio, las características de la sociedad novohispana
del siglo xvil.