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Respuesta:La celebración de la fiesta de San Antonio María Claret nos invita a contemplar cómo nuestro Fundador vivió fielmente su vocación en medio de las revoluciones y confusiones ideológicas que afectaron el tejido social y afligieron a la gente en el siglo XIX. Murió en el exilio el 24 de octubre de 1870 en total disponibilidad para el Señor a quien amó, alabó y proclamó.
La Iglesia de nuestro tiempo ha pasado por el dolor de la purificación y de la transformación en el contexto de las noticias recurrentes de varios escándalos, una herida supurante en el cuerpo místico de Cristo. Su erupción en la arena pública, nuestra conciencia del dolor de las víctimas y la desilusión de los fieles están guiando a toda la Iglesia, a pesar del dolor que nos causa, en el camino de la purificación y la renovación. De hecho, como dicen los sabios: “Si te mantienes erguido, no temas la sombra torcida”.
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