Respuestas
Respuesta: ¿Cómo estás?». La respuesta a esta sencilla pregunta, que normalmente respondemos sin pensar demasiado con un «bien», un «muy bien» o con un «tirando», podría ser la llave de nuestro bienestar. Aunque para ello tendríamos que empezar a respondérnosla con sinceridad y algo más de precisión, a riesgo de sorprender a nuestros interlocutores.
Explicación: Seguro que alguna vez lo has presenciado en un parque infantil o en cualquier otro lugar al que acudan niños con regularidad: un pequeño llora y la respuesta de consuelo más habitual por parte de los adultos que lo acompañan suele ser decirle que “no pasa nada”, que “no es para tanto” o que no llore. Tal vez nosotros mismos hemos usado alguna vez con nuestros hijos frases como: “Si me lo dices llorando no te entiendo”. ¿Podría esta forma bienintencionada de consolar a los niños condicionarnos de adultos para que lleguemos a reprimir o a prohibirnos ciertas emociones?
MERCÈ CONANGLA Creadora del Máster de Ecología Emocional y coautora de La fuerza de la gravitación emocional
La idea es dar permiso a la emoción y poner límites, eso sí, a la conducta: “Decir «no te enfades» no sirve. Podemos ayudar en lugar de eso diciendo: «Yo a veces también me enfado», pero a la vez impedir que rompa un juguete o pegue a su hermanita”. Somos responsables de nuestras conductas, pero no de nuestras emociones, que simplemente, son.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto manejarnos y aceptar, incluso como adultos, ciertas emociones? Las más difíciles de gestionar, que Conangla llama “la constelación oscura”, son el miedo, la ira y la tristeza. Quizá la primera dificultad con la que nos encontramos cuando las experimentamos es, justamente, el hecho de considerarlas como algo negativo. Para Gaspar Hernández, periodista, escritor y autor de La dona que no sabia plorar (La mujer que no sabía llorar), “no existen emociones positivas o negativas, sino emociones útiles y emociones que no lo son”.
No existen emociones positivas o negativas, sino emociones útiles y emociones que no lo son
GASPAR HERNÁNDEZ Periodista, escritor y autor de La dona que no sabia plorar
Hernández matiza que en ciertas ramas del budismo sí se distingue entre emociones positivas y negativas, y que se considera a la ira como la más conflictiva: “La ira puede ser constructiva si está bien canalizada, pero si no, puede llegar a destruir mucho”. Mercè Conangla prefiere hablar de emociones que nos equilibran y emociones que nos desequilibran, y explica que el hecho de atender, estimular o producir solo una determinada gama emocional supone una gran pérdida, ya que “el mundo emocional debería ser como el arcoíris, que contiene todas las tonalidades”.
Esta psicóloga advierte de que el hecho de permitirse sentir toda la gama emocional “no quiere decir que debamos recrearnos en determinadas emociones, aunque los planetas emocionales oscuros también deben ser visitados”.
La ira puede ser constructiva si está bien canalizada.
La ira puede ser constructiva si está bien canalizada. (Jakob Helbig / Getty)
El director del programa de crecimiento personal L’ofici de viure advierte de los peligros de actuar desde la emoción y recomienda dejar un espacio de tiempo antes de hacerlo: “Si esperas 24 horas antes de actuar, sobre todo cuando hay ira o miedo, resolverás la situación de una forma muy diferente que si tratas de hacerlo desde el sentir”.
2 pasos para gestionar las emociones
1. Date permiso para sentir lo que sientes, ya que la emoción forma parte de ti. Cuando nace, sea la que sea, acógela sin más.
2. Actúa en consecuencia. Por ejemplo, si nos hemos dado cuenta de que estábamos enfadados con un compañero de trabajo y hemos traducido esta información dándonos cuenta de que nos sentimos inseguros, podemos decidir trabajar nuestra inseguridad. O también tratar de conocer mejor a nuestro compañero y mejorar nuestra relación.
Darnos permiso para sentir es crucial, pero la gestión emocional, según esta psicóloga, no acaba hasta que efectuamos la acción correspondiente ‒también es posible que lleguemos a la conclusión de que no debemos realizar ninguna‒. Y es en ese momento cuando la emoción que había surgido se intercambia por otra que probablemente será “más adaptativa”. Como explica Conangla, es de vital importancia prestar a tención a todas nuestras emociones si queremos potenciar nuestro bienestar y dejar de vivir con el piloto automático: “Las emociones más complicadas, a menudo contienen la posibilidad de realizar aprendizajes importantes. Si las evitamos y no las vivimos nos privaremos de estos aprendizajes y correremos el peligro de ir por la vida reproduciendo patrones de conducta”.
Y ahora, dime: ¿cómo estás?