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Gracias. Disculpe. Por favor. Buen día. Qué pena. Siga. Tome asiento. Cada una de ellas, suavizan el día de los demás, lo mejora, y hace que la persona que quiere estrellarse contra el mundo, recupere la fe en los demás.
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Colarse en la fila o quitarle el espacio de estacionamiento al otro también es hacer un mundo feo. Y así como esos pequeños detalles, propios de la vida diaria, están las normas de cortesía que se han ido olvidando para algunos y que deben retomarse.
Abrir de nuevo la famosa cartilla de urbanidad de Carreño es necesario.
Es saludar, despedirse, y pedir el favor.
“Por favor”, dos palabras que generan de entrada una mejor disposición de quien las escucha para hacer efectiva su solicitud. No se trata de dar nada por hecho ni mucho menos creer que a la otra persona le corresponde hacer lo que usted dice. Respete también la decisión del otro y el tiempo que tiene para sus propios asuntos.
Ahora bien, la palabra “gracias” es mágica. Queda esa sensación reconfortante de satisfacción en el otro, por el favor hecho. Y si la acompaña de una sonrisa, será mucho mejor.
Cuando usted le da el paso a una persona, o le da prelación a otro conductor que está atascado en una vía, para que salga del aprieto, esas también son normas de cortesía.
Y qué bueno sería compensar con un “gracias”. No cuesta nada y sí se convierte en un verdadero premio a un acto generoso.
Las normas de cortesía no pueden quedar rezagadas al cuarto del olvido, a otra década. Al contrario, recupérelas y aporte a esa armonía que requiere cada uno de los lugares por los cuales usted transita. El mundo necesita esa gentiliza y delicadeza de su parte.
Recupere esos gestos que la abuela siempre inculcó. Llevar un presente a donde fue invitado, ser respetuoso cuando va a una fiesta, ir con las personas que fueron invitadas, tomarse la molestia de llamar y agradecer el gesto, llevar un detalle para compartir.
Explicación:
espero te sirva :)