Respuestas
Respuesta:
La independencia de la América es demasiado justa aun cuando España no
hubiera substituido al gobierno de los Borbones el de unas Juntas a todas
luces nulas, cuyos resultados han sido conducir a la Península al borde de su
destrucción. Todo el Universo, comprendidos los enemigos de nuestra
felicidad, han conocido esta verdad: mas han procurado presentarla
aborrecible a los incautos, haciéndola creer que los autores de nuestra gloriosa
independencia han tenido otras miras, que son, o las miserables de un total
desenfreno o las odiosas de un absoluto despotismo.
Los primeros movimientos han prestado apariencia de su opinión. Las
expresiones de los pueblos oprimidos y tiranizados en los crepúsculos de su
libertad se han pretendido identificar con los de sus jefes, necesitados muchas
veces de condescender, mal de su grado, y nuestros sucesos se hallan
anunciados en los papeles públicos casi al mismo tiempo en que el tribunal
más respetable de la Nación nos atemoriza. Sólo el profundo conocimiento de
nuestra justicia fue capaz de superiorizarnos a estos obstáculos.
La conducta de nuestras tropas, que presentan un vigoroso contraste con
la de esos pérfidos enemigos de nuestra libertad, ha sido bastante a confundir
las calumnias con que esos gaceteros y publicistas aduladores han
empeñádose en denigramos. La corte misma de nuestra Nación ha sido testigo
del brutal desenfreno y manejo escandaloso de esos proclamados defensores
de nuestra religión, ellos sellan sus triunfos con la impiedad, la sangre de
nuestros hermanos indefensos, la destrucción de poblaciones numerosas y la
profanación de templos sacrosantos: he aquí los resultados de sus triunfos.
Aún todo esto no es suficiente para que esos orgullosos europeos confiesen la
justicia de nuestras solicitudes, y no pierden momento de hacer creer a la
Nación que se halla amenazada de una espantosa anarquía.
Nosotros, pues, tenemos la indecible satisfacción y el alto honor de haber
merecido a los pueblos libres de nuestra patria componer el Supremo Tribunal
de la Nación y representar la Majestad que sólo reside en ellos. Aunque
ocupados principalmente en abatir con el cañón y la espada las falanges de
nuestros enemigos, no queremos perder un momento de ofrecer a todo el
universo los elementos de una Constitución que ha de fijar nuestra felicidad;
no es una legislación la que presentamos, ésta sólo es obra de la meditación
profunda, de la quietud y de la paz, pero manifestar a los sabios cuáles han
sido los sentimientos y deseos de nuestros pueblos, y Constitución que podrá
modificarse por las circunstancias, pero de ningún modo convertirse en otros.
Puntos de nuestra Constitución:
1. La Religión Católica será la única sin tolerancia de otra.
2. Sus Ministros por ahora serán y continuarán dotados como hasta
aquí.
3. El dogma será sostenido por la vigilancia del Tribunal de la fe, cuyo
reglamento, conforme al sano espíritu de la disciplina, pondrá distantes
a sus individuos de la influencia de las autoridades constituidas y de los
excesos del despotismo.
4. La América es libre e independiente de toda otra nación.
5. La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, reside en la persona
del señor don Fernando VII y su ejercicio en el Supremo Congreso
Nacional Americano.
6. Ningún otro derecho a esta soberanía puede ser atendido, por
incontestable que parezca, cuando sea perjudicial a la independencia y
felicidad de la Nación.
7. El Supremo Congreso constará de cinco vocales nombrados por las
representaciones de las Provincias; mas por ahora se completará el
número de vocales por los tres que existen en virtud de comunicación
Explicación:
Respuesta: a Nueva España se
reasumió la soberanía. El Ayuntamiento y el Virrey se mantuvieron fieles a la
monarquía en rechazo a la invasión francesa. Pero en 1808 un sector de
criollos promovió la idea de autonomía y encabezó una revuelta que destituyó
al Virrey. Estos acontecimientos propiciaron diversas conspiraciones que
fueron el origen de la Revolución insurgente en 1810.
Durante la lucha hubo algunas propuestas para organizar gobierno. Los
insurgentes crearon la Suprema Junta Nacional Americana, uno de sus
promotores, el general Ignacio López Rayón escribió en 1812 los Elementos
constitucionales, un documento de 38 artículos, que establecía la lealtad al
gobierno de Fernando VII. Esto causó división entre los líderes insurgentes, y
surgieron entonces otras propuestas de organización del gobierno
Explicación: