como se ejerce la libertad en espacios publicos

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Respuesta dada por: blancagarciames
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expresándose libremente

Respuesta dada por: alessandraolivaoli
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A diferencia de los pseudo-espacios públicos que configuran los modernos malls y “centros comerciales” –reconstrucción paródica de los clásicos ejes y zonas comerciales urbanas–, la utilización del espacio público no está sometida a otras reglas ni códigos de comportamiento que los derivados del derecho civil general. No existe el “derecho de admisión” ni los más o menos sutiles filtros que imponen aquellos. Las actividades sociales lúdicas o políticas están permitidas (dentro de ciertos límites) sin que deban someterse a los imperativos del consumo. En este sentido el espacio público es el espacio de las libertades y también de la responsabilidad; la amplitud de actividades y comportamientos que permite sólo esta condicionada por un ejercicio activo de la tolerancia y por una asunción libre de un cierto nivel de riesgo.

Explicación:

Cuando se trata el tema de la libertad en el espacio público se hace referencia a la dimensión física de ésta, es decir a la libertad de circulación y la libertad de usar (ocupar) un espacio. Sin embargo si es cierto que muchos urbanistas post-modernos como Soja (1996 y 2000) han propuesto entregar más importancia a la espacialidad en desmedro de la temporalidad en el análisis social. [2]

La exclusión social de determinados colectivos (inmigrantes, mendigos, cuarto mundo) dentro de nuestras grandes ciudades, favorece dinámicas de apropiación de ciertos espacios residuales de la ciudad: los únicos donde se les permite estar. Se trata de esos otros espacios que son sobrantes del proceso de globalización del suelo o, más modestamente, de metropolización de las ciudades medias y grandes. Esas bandas junto a las autovías, esos espacios de separación de los principales enclaves, esas áreas blancas. Suculentos metros cuadrados que sólo son margen, y parecen a la espera de ser tomados por quien los requiera. Son los preferidos por la gente que no tiene espacio. Koolhaas los ha descrito en Lagos, donde se observan miles de estrategias de supervivencia que, lejos de una idílica y armoniosa coexistencia urbana basada en un modelo canónicamente ordenado, se desarrolla una “no forma” espontánea y silvestre. Son espacios públicos como los demás, aunque alejados de cualquier “cuestión de ciudad” que se enuncia en los estudios urbanísticos habituales. Espacios donde se aglomeran funciones, se conecta la gente, se pasa información. Que cumplen una función necesaria, sin duda; que el urbanismo oficial no resuelve, o que al menos no lo hace adecuadamente. De todo tipo: para reunión, para actividades económicas (venta ambulante, servicios), para espectáculos y catarsis, para información y convocatoria. Incluso para la residencia. (…) Pero el caso más conocido de apropiación espontánea de espacios públicos, el que primero viene a la mente, es el de los vendedores ambulantes. Se sitúan en las calles que maximizan las posibilidades de venta, bien a los turistas, bien a la población estable. No hay ciudad que no tenga sus mercadillos, más o menos institucionalizados, desde los más modestos a los inmensos de Turín o Luanda

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