¿En dónde encontró Darwin los fósiles de los armadillos y los perezosos gigantes?
por favor ayúdenme se los agradecería mucho
Respuestas
El gliptodonte (Glyptodon sp.) era un animal acorazado que vivió durante el Pleistoceno en América del Sur. Estaba emparentado con los armadillos y el megaterio, y se extinguió hace unos 10.000 años. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe en su edificio de Geología dos caparazones de gliptodonte, y unos fragmentos de su coraza de gran valor histórico, ya que fueron colectados en 1788.
Durante su viaje en el Beagle Charles Darwin recolectó miles de fósiles. Merecen destacarse los restos fósiles de algunos mamíferos que recogió en varias localidades de Argentina en 1832 y 1833, entre los que se encontraba el gliptodonte. Los fósiles de Glyptodon fueron muy reveladores ya que le permitieron establecer la conexión entre los armadillos modernos, como los que él cocinaba y comía mientras viajaba, con los gliptodontes prehistóricos, mucho más grandes, que encontró en los acantilados. Todo ello le llevó a concluir que estas especies relacionadas habían cambiado a través del tiempo.
Los primeros restos fósiles del gliptodonte los había encontrado el naturalista y jesuita inglés Thomas Falkner en 1760 a orillas del río Carcarañá, en Argentina. Se trataba de una armadura que, salvo por su gran tamaño, le recordaba la coraza de un armadillo y estaba constituida por unos huesecillos hexagonales de al menos una pulgada de diámetro. Pero la primera descripción científica de un gliptodonte la realizaría Owen ochenta años después, a partir de un espécimen hallado en el río Matanza, en la provincia de Buenos Aires, que el cónsul Parish había entregado al Royal College of Surgeons de Londres.
La descripción del nuevo género Glyptodon aparecería en 1838 en 'Fossil Mammalia', una serie en cuatro fascículos que se publicaría entre 1838 y 1840. En aquel entonces la diversidad de la fauna fósil era muy limitada, pues apenas se conocían unos pocos géneros de mamíferos. Su clasificación resultaba complicada y era difícil establecer relaciones entre los mismos, ya que la aparición de nueva información procedente de las provincias de la Plata, hizo que las afirmaciones sobre la sistemática de este grupo de 1838 no valieran cuando la serie se completó.
El caparazón de los gliptodontes estaba formado por numerosas placas óseas de contorno poligonal en forma de roseta, que en los individuos adultos estaban soldadas formando una coraza rígida de grosor variable. Uno de los aspectos más llamativos de su anatomía era su esqueleto, que para poder soportar el pesado caparazón estaba modificado con la fusión de las vértebras dorsales, lumbares y sacras. Hay que tener en cuenta que estos animales podían medir más de dos metros y superar las dos toneladas.
Además de la gruesa coraza que protegía su cuerpo, la parte superior de la cabeza también contaba con un casquete que preservaba su cráneo. Igualmente, la cola estaba recubierta por un estuche óseo. La única parte de su cuerpo que estaba desprotegida era la región ventral, que solo estaba cubierta por gruesos pelos como cerdas. Sus patas eran muy cortas y acababan en uñas robustas con las que escarbaban el suelo en busca de raíces, ya que eran herbívoros.
Los gliptodontes han llamado la atención de los biólogos evolutivos debido a sus notables adaptaciones esqueléticas y a su aislamiento filogenético. Pertenecen al superorden Xenarthra que agrupa a osos hormigueros, perezosos y armadillos. En 1889, el paleontólogo argentino Florentino Ameghino publicó la primera filogenia de los gliptodontes, basada en las características óseas de la cola y los osteodermos del caparazón, y dedujo que estaban claramente relacionados con los cingulados, un orden del que actualmente solo sobrevive una familia. La datación molecular sugiere que los gliptodontes divergieron hace 35 millones de años y que sufrieron un aumento espectacular del tamaño corporal durante el Neógeno hasta su extinción al final de la última era glacial, como le ocurrió a la mayoría de la megafauna sudamericana.
La mejor colección de fósiles de mamíferos del Pleistoceno de España, y posiblemente de Europa, se encuentra en el Museu de les Ciències Naturals de Valencia. El ingeniero valenciano José Rodrigo Botet (1842-1915) fue uno de los hombres más influyentes de Argentina por su labor como promotor e ingeniero de grandes obras. Su amistad con el profesor de ciencias catalán Enrique de Carles le llevó a interesarse por los restos paleontológicos que se descubrían en las obras que realizaba. El citado profesor dedicaba su tiempo libre a recoger fósiles en la cuenca del Río de la Plata y consiguió reunir una extraordinaria colección. Aunque el Museo Zoológico de Copenhague se la iba a comprar, Botet se adelantó y fue él quien la adquirió, donándola en 1889 a la ciudad de Valencia.
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Durante su viaje en el Beagle Charles Darwin recolectó miles de fósiles. Merecen destacarse los restos fósiles de algunos mamíferos que recogió en varias localidades de Argentina en 1832 y 1833, entre los que se encontraba el gliptodonte. Los fósiles de Glyptodon fueron muy reveladores ya que le permitieron establecer la conexión entre los armadillos modernos, como los que él cocinaba y comía mientras viajaba, con los gliptodontes prehistóricos, mucho más grandes, que encontró en los acantilados. Todo ello le llevó a concluir que estas especies relacionadas habían cambiado a través del tiempo.
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