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Vestirse y adornarse es probablemente una actividad universal en todas las culturas; que, además de proteger y embellecer el cuerpo expresan diversos textos que son decodificados en cada sociedad como indicadores de estatus, pertenencia étnica, profesión, sexo, edad, etc. En el mundo andino es un quehacer aún más relevante por razones domésticas y rituales.
Sabemos por las fuentes documentales del período de conquista hispana que el tejido desempeñaba el rol de arte mayor, que tenía fines mágico-religiosos y que incluso en ellos se registraba parte de la historia. Los contextos arqueológicos prehispánicos nos permiten reconstruír parte del complicado sistema de códigos asociados a la vestimenta, así como también saber de su tecnología, materia prima, formas e iconografía.