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Las migraciones ya no son lo que eran en el pasado, cuando el desarraigo, la nostalgia y el olvido eran algunas de las notas características de estos movimientos. Hoy la situación ha cambiado gracias a la mejora en la calidad y en la intensidad de las comunicaciones entre quienes se van y sus sociedades de origen. Tanto el drástico descenso en los precios de las llamadas telefónicas y los billetes aéreos (y su mayor frecuencia) como la explosión de Internet han revolucionado la vida de los inmigrantes. Sin embargo, esta mejora es sólo un aspecto en la vida cotidiana de quienes, por diversos motivos, se han visto obligados a dejar sus países. Ellos, y sus familias, aquí y allí, conocen un gran número de problemas, algunos de los cuales se exponen a continuación.
La globalización y sus cambios han permitido la mejora de las comunicaciones interpersonales entre los inmigrantes y sus sociedades de origen. De este modo, los vínculos entre las colonias de inmigrantes latinoamericanos y la sociedad que han dejado atrás, sus familias incluidas, se han hecho más intensos. Pese a las grandes distancias, y al valladar que supone el Océano Atlántico, hoy hay una mayor facilidad para escuchar la radio y ver la televisión de los países de origen, así como para leer la prensa diaria. Por si todo esto fuera poco, está claro que los inmigrantes son un gran mercado y allí done hay abundante masa crítica comienza a desarrollarse una oferta comunicacional “latina” que refuerza la tendencia anterior. La suma de todas estas novedades permite que los lazos con la sociedad de origen sean muy estrechos, que las costumbres y las lenguas nativas sean más fáciles de mantener y que los incentivos para la integración sean menores que en el pasado. A esto se suma la importancia creciente del llamado “comercio de la añoranza”, que permite a los inmigrantes acceder, sin demasiado esfuerzo, a sus bienes de consumo tradicionales, especialmente comidas y bebidas, pero también otros, como la prensa.
Los principales problemas que enfrentan una buena parte de los inmigrantes latinoamericanos en España, y la inmigración en general, provienen de la inmigración ilegal. De ella derivan otras cuestiones de una gran gravedad social, muchas veces agravados por la existencia o la dependencia de grupos delictivos organizados, verdaderas mafias, que viven de las necesidades de los inmigrantes. Así nos encontramos con cuestiones como la marginalidad social; un deficiente acceso a la vivienda, que comúnmente se salda con la ocupación de infraviviendas; la vida clandestina o semiclandestina en la que se mueven los ilegales, que es a su vez causa de males mayores; la dedicación laboral en empleos de mala calidad o pésimamente pagados; la delincuencia, la prostitución y la explotación de menores, etc.
La globalización y sus cambios han permitido la mejora de las comunicaciones interpersonales entre los inmigrantes y sus sociedades de origen. De este modo, los vínculos entre las colonias de inmigrantes latinoamericanos y la sociedad que han dejado atrás, sus familias incluidas, se han hecho más intensos. Pese a las grandes distancias, y al valladar que supone el Océano Atlántico, hoy hay una mayor facilidad para escuchar la radio y ver la televisión de los países de origen, así como para leer la prensa diaria. Por si todo esto fuera poco, está claro que los inmigrantes son un gran mercado y allí done hay abundante masa crítica comienza a desarrollarse una oferta comunicacional “latina” que refuerza la tendencia anterior. La suma de todas estas novedades permite que los lazos con la sociedad de origen sean muy estrechos, que las costumbres y las lenguas nativas sean más fáciles de mantener y que los incentivos para la integración sean menores que en el pasado. A esto se suma la importancia creciente del llamado “comercio de la añoranza”, que permite a los inmigrantes acceder, sin demasiado esfuerzo, a sus bienes de consumo tradicionales, especialmente comidas y bebidas, pero también otros, como la prensa.
Los principales problemas que enfrentan una buena parte de los inmigrantes latinoamericanos en España, y la inmigración en general, provienen de la inmigración ilegal. De ella derivan otras cuestiones de una gran gravedad social, muchas veces agravados por la existencia o la dependencia de grupos delictivos organizados, verdaderas mafias, que viven de las necesidades de los inmigrantes. Así nos encontramos con cuestiones como la marginalidad social; un deficiente acceso a la vivienda, que comúnmente se salda con la ocupación de infraviviendas; la vida clandestina o semiclandestina en la que se mueven los ilegales, que es a su vez causa de males mayores; la dedicación laboral en empleos de mala calidad o pésimamente pagados; la delincuencia, la prostitución y la explotación de menores, etc.
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