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:3
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La vorágine (1924), del colombiano José Eustasio Rivera (1889-1928), es la primera de tres grandes novelas latinoamericanas del siglo XX cuyo tema central es el enfrentamiento del hombre con la naturaleza. Las dos restantes son: Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos, y Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Guiraldes. Tres novelas ejemplares , las llamó el ensayista cubano Juan Marinello.
Rivera concibe su novela como reseña de una aventura amorosa y como expediente contra la empresa depredadora de un puñado de hombres. La vorágine es pues una novela de la selva , de la misma manera en que Doña Bárbara lo es de los llanos y Don Segundo Sombra de la pampa. Estos fueron al menos los lugares comunes que durante mucho tiempo pretendieron clasificar el contenido de tres obras cuyos personajes centrales salen de la civilización urbana y se extravían en la barbarie de la naturaleza, donde se modifican sus conciencias.
Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia. Esta es la primera frase de la novela y el anuncio de que el idilio entre Arturo Cova y Alicia va a ser un idilio desgraciado, como en toda historia romántica. En su espíritu más profundo, el héroe de Rivera es un héroe romántico , como lo señalara José Emilio Pacheco: la fuga de los amantes, el sentido del honor, la peripecia en los Llanos, el extravío en la selva, las intromisiones del azar en una historia de amor sin amor.
La vorágine es algo más. La poesía parnasiana o modernista de Tierra de promisión(1921) se convierte en prosa realista con propósitos documentales. La novela inaugura una corriente dominante en la literatura latinoamericana de la época. La perplejidad del narrador ante la portentosa fuerza de la naturaleza; la denuncia de la codicia humana y la explotación criminal de las riquezas naturales por parte de los empresarios caucheros; los comportamientos instintivos de los hombres en un universo sin leyes, todo esto separa el relato del escritor colombiano de la simple aventura romántica. Por ello Rivera presenta su novela como un relato de acontecimientos reales, documentalmente verificables. Creo, salvo mejor opinión de S.S., que este libro no se debe publicar antes de tener más noticias de los caucheros colombianos del Río Negro Guainía , advierte el escritor.
La novela es algo más: denuncia e indignación. En medio del amor extraviado de Alicia y Arturo, José Eustasio se entrega a frecuentes reflexiones sobre esa naturaleza que devora o traga a sus protagonistas. La novela se convierte así en expresión documental de la ambición y la crueldad humanas. No obstante, es el hombre civilizado el paladín de la destrucción. Hay un valor magnífico en la epopeya de estos piratas que esclavizan a sus peones, explotan al indio y se debaten contra la selva , clama el narrador. Aquellos hombres irracionales, son seres atropellados por la desdicha, desde el anonimato de las ciudades se lanzan a los desiertos buscándole un fin cualquiera a su vida estéril. Delirantes de paludismo , sin conciencia, connaturalizados con cada riesgo, sin otras armas que el Winchester y el machete , enfrentados a las más atroces necesidades, anhelando goces y abundancia : en medio del rigor de las intemperies, siempre famélicos(...) , los hombres de la selva, divididos en verdugos y víctimas, no sólo padecen la implacable inmoralidad de la codicia sino el rigor de una naturaleza enemiga, convertida en paisaje dominante de la novela.
Arturo Cova, abrasado por la pasión donjuanesca que provoca su fuga de la ciudad hacia los llanos, acabará corrompido por la maldad y los oscuros mecanismos de la violencia. El idilio con Alicia dará paso a las turbulencias obscenas de Zorayda Ayrám.
Ciudad, Llanos, Selva, son los tres paisajes en la línea que traza la peripecia amorosa de la pareja. Acabará dominando la selva. El seductor que ha fingido amores ( gané el ánimo de muchas mujeres gracias a la costumbre de fingir, para que mi alma no se sintiera sola ), que habla de la hidalguía, de su idiosincrasia caballeresca , del amor que desconoce y de una Alicia a la que no ama, nos habla también del personaje romántico de la novela del siglo XIX.
El hombre corrompido por las injusticias, la crueldad y la violencia, nos habla en cambio de un personaje a quien el mundo exterior moldea mejor que su precario mundo afectivo. A Cova no lo cambia el amor: lo cambia la selva, fuerza incontrolable, personalizada, encarnación de la maldad. Aniquila, retiene, llama a los hombres. Se los traga. Quien pretende dominarla, es objeto de su venganza abrumadora y despótica. Determinismo geográfico? No, poética de la naturaleza.
Respuesta:
Como dijo el de arriba :v