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Respuesta:Realmente, consagrarnos a la Virgen es hacernos pequeños, reconocernos como hijos suyos y cogerla de la mano para que sea ella la que nos lleve a Jesús. Podríamos decir que es un atajo, un camino directo al Cielo, sin laberintos. Ella ya conoce ese camino y quiere ayudarnos a recorrerlo. Porque, ¿de qué manera podemos estar más cerca de Cristo que a través de un
corazón puro como el de su madre, quien lo amó con total intensidad? Con sincera humildad ella dijo “Sí”, se dejó guiar por el Señor y con una confianza ciega aceptó su voluntad.
Explicación:espero q sirva
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