• Asignatura: Castellano
  • Autor: AyerbeRenata
  • hace 6 años

¿QUE TIPO DE NARRADOR ES EN ESTE CUENTO?


El hombre pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el
pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento, vió una
yararacusú que arrollada sobre sí misma esperaba otro ataque.

El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre
engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La
víbora vió la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su
espiral; pero el machete cayó de plano, dislocándole las vértebras.

El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y
durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos
puntitos violeta, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente
se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia
su rancho.

El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y
de pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como
relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la
pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de
garganta, seguida de sed quemante, le arrancó un nuevo juramento.

Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un
trapiche. Los dos puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa
hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de
ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un
ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba.

--¡Dorotea!--alcanzó a lanzar en un estertor.--¡Dame caña!

Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres
tragos. Pero no había sentido gusto alguno.

--¡Te pedí caña, no agua!--rugió de nuevo.--¡Dame caña!

--¡Pero es caña, Paulino!--protestó la mujer espantada.

--¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!

La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó
uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.

--Bueno; esto se pone feo--murmuró entonces, mirando su pie lívido y
ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la
carne desbordaba como una monstruosa morcilla.

Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y
llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el
aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió
incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la
frente apoyada en la rueda de palo.

Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a
su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del
Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú
corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.

El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el
medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la
canoa, y tras un nuevo vómito--de sangre esta vez--dirigió una mirada
al sol que ya trasponía el monte.

borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un
silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y
calma cobra una majestad única.

El sol había caído ya cuando el hombre, semi-tendido en el fondo de la
canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó
pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la
sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.

El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No
sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su
compadre Gaona en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex-patrón
míster Dougald, y al recibidor del obraje.

¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de
oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya
entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura
crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una
pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay.

Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando
a ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que
iba en ella se sentía cada vez mejor, y pensaba entretanto en el
tiempo justo que había pasado sin ver a su ex-patrón Dougald. ¿Tres
años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho
meses y medio? Eso sí, seguramente.

De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la
respiración también...

Al recibidor de maderas de míster Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había
conocido en Puerto Deseado, un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o
jueves...
El hombre estiró lentamente los dedos de la mano.
--Un jueves...
Y cesó de respirar.


tiziana12UwU: listo! si necesitas comprenderlo mejor avisame1

Respuestas

Respuesta dada por: tiziana12UwU
3

Respuesta:

el cuento tiene narrador omnisciente,porque si te das cuenta no lo esta narrando el protagonista,si no alguien mas esta narrando los hechos y no se encuentra en el cuento.

es narrador omnisciente <3


AyerbeRenata: GRACIAS BELLA
tiziana12UwU: de nada reinaa,cualquier cosita que necesitas te ayudare! <33
AyerbeRenata: escucha, te di 5 estrellas, si puedes tengo otra pregunta, dice, 2) Establezca la secuencia narrativa, diferenciando entre las acciones principales y las secundarias. SI PUEDES RESOLVERLA, MUCHAS GRACIAS, SINO NO HAY DRAMA
tiziana12UwU: cuando se refiere a secuencia narrativa debes de marcar en el texto donde empieza la presentacion por ejemplo;desde el primer parrafo se ve la presentacion de los hechos,luego debes de marcar el problema que es la pelea por lo que veo
tiziana12UwU: y por ultimo el cuento tiene una resolucion final que debes de marcar,no importa si no hay final feliz debes de marcar el final que es la resolucion de todos los hechos <3
tiziana12UwU: lo de diferenciar acciones principales y secundarias eso no estoy muy segura,pero por lo que veo se refiere a que las acciones principales son los sucesos que llaman la atencion al lector,puede ser la parte de la pelea ,y las secundarias son las que no tienen menos relevancia,es por lo que entiendo
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