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Esto ocurre cuando las bacterias mutan (se transforman) y se vuelven capaces de resistir los efectos de un antibiótico. El uso de antibióticos puede llevar a la resistencia. Cada vez que toma antibióticos, las bacterias sensibles mueren. Pero gérmenes resistentes pueden crecer y multiplicarse.
Las vacunas pueden ayudar a limitar la propagación de la resistencia a los antibióticos. El resurgimiento a nivel mundial de enfermedades causadas por bacterias resistentes, que se debe al uso excesivo o erróneo de los antibióticos, es uno de los principales problemas para la salud pública. Los antibacterianos son compuestos que evitan la propagación de las bacterias; en ambos casos son activos contra un grupo o familia de virus o bacterias”. En cambio, las vacunas, si bien cumplen el mismo objetivo, detalla la Decana, “son dirigidas contra un virus o una bacteria particular. La eficacia de los medicamentos depende de todos. El uso responsable de antibióticos puede contribuir a frenar la aparición de bacterias resistentes, lo que hará que los antibióticos sigan siendo eficaces tanto en la actualidad como para las generaciones futuras. Las vacunas nos protegen contra enfermedades mortales, por lo tanto, salvan la vida, especialmente a los niños. En los países donde se vacuna de forma rutinaria a toda la población, muchas enfermedades han sido erradicadas o ha disminuido mucho su incidencia.
Los mecanismos de los antibióticos: Lincosamidas y macrólidos, también se unen a la porción 50 S, inhibiendo la traslocación. Todos estos mecanismos, de una u otra manera, detienen o desvían la síntesis de proteínas. Los mecanismos de las vacunas: El cuerpo mantiene algunos linfocitos T, llamados células de memoria, que entran en acción rápidamente si el cuerpo vuelve a encontrar al mismo germen. Cuando se detectan antígenos conocidos, los linfocitos B producen anticuerpos para atacarlos. Las vacunas ayudan a desarrollar inmunidad al imitar una infección.